
¿Cuándo debo ir al psicólogo?
Actualmente, no es habitual ir al psicólogo a menos que la persona ya no pueda más. Es en este caso cuando, los pacientes acuden a consulta con un cuadro de sufrimiento en el que, muchas veces, se ha perdido el control de las emociones e incluso de su día a día, en cualquiera de sus ámbitos: social, familiar, laboral o terapia de pareja.
¿Cuándo debería acudir a un psicólogo?
No existe una norma clara de cuando es el momento de acudir al psicólogo para pedir ayuda. Esto se debe a que un problema puede afectar de forma distinta a cada persona. De hecho, muchas veces no es el problema en sí el que nos hace acudir a consulta. Sino el pensar que no tenemos los recursos suficientes para enfrentarnos al mismo.
Decidir ir por primera vez al psicólogo no es una decisión fácil. Mucha gente piensa que ir al psicólogo es sinónimo de “ser débil” o “estar loco”. Es muy posible que surjan dudas: “¿Seguro que lo necesito?”; “No estoy tan mal”; “Puedo seguir manejándome así”; “¿Qué pensarán de mí si se enteran?”.
Podemos necesitar ayuda psicológica por diferentes motivos. No sólo es recomendable acudir a un psicólogo cuando no nos sentimos bien o no sabemos qué es lo que nos ocurre. Hay ocasiones en que si sabemos cuál es nuestro problema pero no sabemos cómo solucionarlo. Hay personas que acuden a consulta porque se sienten mal individualmente; pero también este sentimiento puede ser compartido por la pareja o la familia. Otras personas requieren de nuestra ayuda psicológica por problemas relacionados con sus hijos, laborales o adaptativos. También se puede pedir ayuda cuando buscamos orientación; queremos desarrollarnos personalmente; o queremos potenciar nuestros recursos.
Indicadores que nos avisan de la existencia de algún problema
No existe una norma clara respecto a cuándo asistir a un psicólogo, ya que los problemas son algo subjetivo. Depende de nosotros, de cómo nos sintamos. Los dos indicadores generales que nos avisan de la posible existencia de algún problema son el malestar emocional y/o físico; y las dificultades de adaptación a nuestra vida cotidiana.
Cuando detectemos que uno o varios problemas bloquean nuestra vida impidiéndonos gozar de sus aspectos positivos y placenteros, es momento de pedir ayuda profesional. Demorarlo puede agravar un problema que atendido a tiempo puede ser resuelto rápidamente.
Más concretamente, algunas de las circunstancias en las que es adecuado acudir al psicólogo son:
Ideas y sentimientos negativos
Es aconsejable acudir a un profesional cuando nos sentimos mal con nosotros mismos; no nos gustamos; o nos infravaloramos constantemente. Entre las emociones negativas que podemos encontrar son la tristeza; ideas derrotistas sobre nuestro futuro; miedos irracionales; etc.
Abuso de sustancias
El consumo de alcohol, tabaco u otras drogas afecta a nuestro organismo y nuestro entorno. Esto llega a perjudicar nuestra vida social, laboral y familiar.
Pérdida de un ser querido
La pérdida de un ser querido puede general serios conflictos a nivel emocional de los que, a veces, nos cuesta salir.
Cambios de actitud
El estrés diario, la ansiedad, la tristeza, las rutinas diarias, etc., pueden estar afectando a nuestra vida. Además, en ocasiones, sólo somos capaces de percibirlo porque observamos cambios en nuestra conducta y no sabemos a qué son debido. En estos casos, acudir a un especialista nos ayuda a adaptarnos a las situaciones cotidianas; resolver conflictos; y afrontar situaciones. Esto nos va a permitir vivir de manera más satisfactoria.
Problemas de sueño
Hay ocasiones en las que necesitamos tratamiento para trastornos del sueño, por exceso o defecto, asociados a una falta de descanso significativa. Esto suele ir asociado a la dificultad que tenemos para desconectar de los problemas diarios.
Descontrol emocional
Se llora con facilidad y aparecen, sin poder evitarlo, rabia; tristeza; angustia; impotencia; indefensión; etc.
Aparición de problemas físicos
Como consecuencia del malestar psicológico pueden aparecer síntomas físicos como el dolor de cabeza o de espalda; presión en el pecho; hiper o hipoventilación; sudoración; etc. Esta es la manera que tiene el cuerpo de comunicarnos que algo va mal, y que es el momento de pedir ayuda.
La mayoría de estas situaciones son indicativas de la existencia de problemas psicológicos que deben ser resueltos y que requieren apoyo de un especialista.
¿Qué es un Psicólogo?
El psicólogo es un profesional especializado en el comportamiento y el pensamiento humano. Su objetivo es ayudarte a sentirte mejor cuando te encuentras en un momento difícil o ante problemas que no sabes resolver.
Debido a su formación académica y experiencia profesional, el psicólogo posee herramientas de evaluación; diagnóstico; y tratamiento para ayudarte a resolver estos problemas. Además, te ayuda a prevenir otros futuros. De esta manera, te proporcionará ayuda psicológica; te ayudará a entender por qué te sientes mal; y a comprender el origen de tus problemas actuales.
Por otro lado, utilizará las técnicas más adecuadas para producir cambios emocionales, cognitivos y conductuales; y te acompañará en el proceso de mejora de tu calidad de vida. De hecho, te proporciona las estrategias necesarias para que puedas afrontar con éxito las dificultades diarias y reducir así tu malestar.
¿Cómo puede ayudarte un psicólogo?
Además de tratar los trastornos emocionales; de alimentación; conducta; trastornos de ansiedad; adicciones; etc., el psicólogo ayuda a resolver dificultades de adaptación y problemas puntuales que no manifiestan una patología especifica, sino que reflejan la necesidad de mayor conocimiento, recursos y habilidades personales.
Asesora a las personas para potenciar sus capacidades (habilidades sociales y de comunicación; gestión emocional y de recursos; consecución de objetivos; etc.). Asimismo, los psicólogos evalúan procesos fundamentales para distintos ámbitos como el escolar y el laboral (test de inteligencia; personalidad; actitudes; etc.).
Por otro lado, los psicólogos son especialistas en la promoción de la salud. De esta forma, se preocupan y ayudan en la adquisición de hábitos saludables (dejar de fumar; hacer ejercicio; comer sano; etc.) y abordan los efectos psicológicos y el impacto emocional de las enfermedades médicas, especialmente las crónicas (cáncer; problemas cardiovasculares; diabetes; obesidad; etc.) tanto en los pacientes como en sus familiares y cuidadores.
¿En qué se diferencia un psicólogo de un psiquiatra?
La principal diferencia entre ambos profesionales es que el psicólogo no puede recetar porque no es médico; y el psiquiatra, en cambio sí. El psicólogo no utiliza fármacos para realizar un tratamiento. Sin embargo, hay ocasiones, en las que la severidad o intensidad del problema aconsejan que se realice un tratamiento psicológico y farmacológico conjunto; por lo que la labor de ambos profesionales suele estar muy relacionada. En caso necesario, desde Psynthesis damos consejo sobre este aspecto y derivamos al profesional adecuado para conseguir unos resultados óptimos de la terapia.
¿Y un coach?
En los últimos años, se ha puesto muy de moda tener un coach. Éstos, son personas con conocimientos en herramientas y procesos de coaching.
No tienen una formación reglada; o lo que es lo mismo, no se imparten estudios de ellos en el sistema educativo y no existe una carrera universitaria como tal.
El coaching es una disciplina que trabaja en procesos que facilitan el desarrollo de las personas en general, como puede ser en su carrera profesional. De este modo, un coach trabaja en ámbitos organizacionales para potencial el liderazgo y acompañar en procesos de capacitación y entrenamiento para la adquisición de competencias y obtención de objetivos. En ningún caso puede realizar un tratamiento psicológico.
¿Qué es un tratamiento psicológico?
El tratamiento psicológico es una intervención profesional basada en técnicas psicológicas, en la que un especialista busca eliminar el sufrimiento de otra persona que está demandando su ayuda.
Entre psicólogo y paciente se va a establecer una relación terapéutica basada en la comunicación con el propósito de mejorar la calidad de vida de éste último, a través de un cambio en su conducta, actitudes, pensamientos y emociones.
Al inicio del tratamiento, se realiza una evaluación exhaustiva en la que se detallan todos los aspectos relacionados con el motivo de consulta. Y una vez explorados todos los factores que influyen en el origen y mantenimiento del problema, se inicia un plan de intervención con el objetivo de que la persona aprenda a manejar sus dificultades y mejorar su bienestar psicológico.
El tratamiento implica, entre otras cosas, escuchar con atención lo que el paciente tiene que decir y buscar qué aspectos personales, sociales, familiares, etc., son responsables del problema. También supone enseñarle las estrategias y herramientas necesarias para que sepa hacer frente a los diversos problemas de la vida cotidiana.
Por ello, no todos los tratamientos son iguales. Cada intervención psicológica es completamente individualizada, es decir, está diseñada específicamente para cada persona, atendiendo a sus necesidades, personalidad, motivación y actitud hacia el cambio.
¿Cuánto dura un tratamiento psicológico?
Es difícil responder a esta pregunta ya que cada persona es única y diferente. La duración de la sesiones suele ser de aproximadamente una hora. Al inicio del tratamiento, es habitual que sean de periocidad semanal, aunque a medida que avanza el tratamiento y mejora el bienestar del paciente pueden llegar a ser quincenales.
Sin embargo, es imposible determinar la duración exacta de un tratamiento, ya que va a depender de varios factores como son el tipo de problema, su gravedad, el tiempo que lleve instalado, la reacción de la persona al tratamiento y de la colaboración o el compromiso del paciente con la terapia, entre otros. Este compromiso es fundamental e implica, una vez que el paciente solicita ayuda psicológica, una asistencia regular a la consulta y la asunción de la propia responsabilidad en el proceso de cambio.
La intervención puede durar desde una o unas pocas sesiones hasta varios meses. Es importante ser conscientes de que un problema que lleva conviviendo con nosotros mucho tiempo difícilmente puede resolverse en unas pocas sesiones. Nuestra experiencia nos indica que gran parte de los problemas se suelen resolver en un periodo aproximado que suele oscilar entre los tres y los seis meses. No obstante, algunos se resuelven en unas pocas sesiones y otros implican realizar una terapia de larga duración.
¿El tratamiento es confidencial?
Nuestro trabajo como psicólogos se rige por los principios del código deontológico que incluye en cumplimiento de la legislación vigente en términos de protección de datos (LOPD 15/1999), es decir, la información obtenida en consulta será tratada conforme al secreto profesional y los datos del paciente no serán difundidos en público o transmitidos a otras personas, sin el conocimiento y consentimiento del interesado.
El paciente mayor de edad es el único autorizado para acceder a sus datos. Si un familiar se pusiera en contacto para hablar acerca de la terapia, sólo podría hablar con el psicólogo si el paciente está informado de dicha circunstancia y da su consentimiento. Toda la información que se solicite sobre la terapia se ofrecerá a los familiares del paciente antes del inicio del tratamiento, pero una vez iniciado el mismo, el paciente mayor de edad hace uso de su derecho de estricta confidencialidad.
Cuando la terapia es con menores de edad, ésta siempre debe ser autorizada por los tutores legales del paciente. Si es menor de 14 años de edad, la terapia se realiza en estrecha colaboración con los padres. En el caso de mayores de 14 años (y tras la primera entrevista con los padres) se hace imprescindible la confidencialidad para el buen desarrollo de la alianza terapéutica y para facilitar que el joven se exprese libremente.
La comunicación entre padres y psicólogo se establecerá por carta en sobre abierto entregada por el menor, por vía telefónica en presencia del menor o en la consulta con autorización del menor. Dicha confidencialidad sólo se romperá en caso de que exista riesgo para la salud o integridad del paciente y siempre se comunicará a los padres en presencia del mismo. Estas circunstancias se valorarán por el psicólogo de acuerdo a las necesidades de la terapia, madurez del adolescente y circunstancias contextuales.