
Insomnio
El insomnio es uno de los trastornos del sueño más comunes. Al hablar de insomnio, las personas suelen imaginarse a una persona que se pasa despierto todo el tiempo. Sin embargo, no es posible estar por completo sin dormir. A partir de ciertas horas, la persona empieza a tener microsueños que duran varios segundos o más. A pesar del uso común del término insomnio con el significado de “no dormir”, en realidad se aplica a varios problemas.
¿Qué es el insomnio?
Se considera que las personas sufren insomnio si por la noche tienen problemas para dormir (dificultades para iniciar el sueño); si despiertan con frecuencia o demasiado temprano y no pueden volver a dormir (dificultad para mantener el sueño); o incluso, si duermen un considerable número de horas pero no se encuentran descansadas al día siguiente (sueño no reparador). Todo esto se traduce en una afectación de la calidad de la vigilia y presencia de malestar clínicamente significativo. Estas dificultades deben ocurrir al menos tres veces por semana; y estar presentes durante un mínimo de tres meses, en ausencia de una enfermedad médica o psicológica.
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Dado que el insomnio es una queja subjetiva, se suelen usar y aceptar algunos criterios con el fin de establecer una definición objetiva:
- Latencia de sueño debe superior a 30 minutos.
- Tiempo total de vigilias nocturnas debe ser superior a 30 minutos.
- Tiempo total de sueño por noche debe ser inferior a seis horas y media.
- Tener somnolencia diurna y disminución de rendimiento.
Es importante tener en cuenta que no dormir puede ir asociado a otros problemas como la ansiedad o la depresión. Como no dormir genera ansiedad y ésta interrumpe más el sueño (lo que aumenta más la ansiedad), lo habitual es encontrar personas con problemas del sueño y trastornos asociados.
Tipos de insomnio
A la hora de hablar de insomnio se suelen describir dos tipos: transitorio y crónico. Ambos se caracterizan por una latencia de sueño prolongada; despertares frecuentes; y dificultad para reanudar el sueño. Lo que les diferencia es su duración. Las personas con trastorno transitorio suelen padecerlo durante días o semanas. Sin embargo, el crónico se puede presentar durante meses o años.
Insomnio transitorio
Existen muchos factores que pueden provocar insomnio. Destacan las alteraciones ambientales; el cambio de horarios; y las crisis emocionales agudas.
De todas estas razones, los factores psicológicos intervienen en cerca de un 80% de las personas que se quejan de insomnio transitorio. Por ejemplo, una persona sometida a una situación de estrés, presenta como uno de los primeros síntomas, la dificultad para conciliar el sueño. Esto hace que tenga más tiempo para pensar en su problema, creándose de esta forma un círculo vicioso. Además, en estos casos, el sueño no suele ser reparador.
Insomnio crónico
La mayor parte del insomnio crónico está relacionada con problemas médicos; psiquiátricos; o conductuales. Sin embargo, hay personas que presentan insomnio persistente en ausencia de una patología. Aunque el origen de esta patología no está clara, podría ser la necesidad de más horas de sueño; de un patrón deficiente; o bien de trastornos del sueño no detectados.
Causas
La etiología del insomnio es marcadamente multifactorial. Es decir, existen un amplio número de factores de muy diversa naturaleza implicados tanto en su origen como en su mantenimiento.
El insomnio acompaña a muchos trastornos médicos y psicológicos, incluidos el dolor y el malestar físico; la inactividad física durante el día; y los problemas respiratorios.
Se relaciona también con problemas que atañen al reloj biológico y a su control de la temperatura. Quienes no pueden dormir por la noche puede que tenga un ritmo de temperatura retardado. Es decir, no les baja la temperatura corporal y no sienten somnolencia hasta bien entrada la noche.
Entre otros factores que pueden interferir en el sueño se encuentran el consumo de drogas y una gran variedad de influencias ambientales, como los cambios de la luz; el ruido; o la temperatura. Otros trastornos, como la apnea del sueño (perturbación que se relaciona con la obstrucción de la respiración nocturna) o el síndrome de piernas inquietas (movimientos excesivos de las piernas) pueden dar lugar a una interrupción del sueño y parecerse al insomnio.
Por último, hay diversas tensiones psicológicas que también pueden alterar el sueño. Como hemos visto, la ansiedad, la depresión o el estrés pueden interferir en el sueño.
Tratamiento
Para corregir los trastornos del sueño se ha hecho uso de distintos tipos de intervención. La mayoría de las personas consideran que el uso de fármacos como las benzodiacepinas es el único tratamiento para éstos.
Sin embargo, los tratamientos psicológicos para el insomnio han demostrados ser muy eficaces. Dependiendo de la causa del insomnio se han desarrollado técnicas adaptadas para mejorar los problemas de sueño en tales situaciones. Desde el tratamiento cognitivo conductual, existen técnicas específicas dependiendo de dónde queremos intervenir. Para las personas con un elevado nivel de activación fisiológica y tensión muscular, se utilizan técnicas dirigidas a la reducción de la ansiedad. Para aquellas en las que el insomnio es consecuencia de tendencias a la internalización y somatización de los conflictos no resueltos, son útiles técnicas como la reestructuración cognitiva o el entrenamiento en control del estrés.
Además, existen otros muchos factores que pueden afectar a la capacidad para el inicio y mantenimiento del sueño, como son el consumo de ciertos psicofármacos; deficiencias respiratorias; mioclonías nocturnas; infecciones; trastornos vasculares; problemas musculares; temor al contenido de los sueños; y los hábitos de sueño irregulares. Para todo ello, las intervenciones cognitivo conductuales sobre el insomnio van dirigidas a la disminución de la activación (relajación); control cognitivo; y arreglo del estilo de vida.