
Qué pensamiento nos provoca la tristeza
Cuando nos sentimos tristes es inevitable pensar acerca de nuestro propio estado de tristeza y de cómo hemos acabado en esta situación tan desagradable. Sin embargo, hay veces que estos pensamientos son contraproducentes; y más que ayudarnos, nos empujan hacia estados más depresivos. En el siguiente artículo que contamos cuáles son estos pensamientos y cómo hacerles frente.
¿Qué es la tristeza?
La tristeza es una de las principales emociones básicas, y se caracteriza por ser compleja y adaptativa; es decir, nos ayuda a integrar la pérdida o la vivencia de una experiencia traumática y dolorosa.
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Gracias a ella, el ser humano es capaz de transitar cambios psicológicos, fisiológicos y conductuales, cuya misión no es otra que permitirnos asimilar lo sucedido para posteriormente dar paso a la recuperación y vuelta a la normalidad.
Cuando estamos tristes es común encontrarnos más bajos de energía y desanimados; hacemos más hincapié en procesos internos de reflexión, de búsqueda de respuestas ante lo sucedido o soluciones para hacer frente a las consecuencias del evento que nos ha producido ese estado.
Sin embargo, aunque estos procesos de reflexión en ocasiones suponen un gran beneficio, existen otros momentos en los que son contraproducentes al utilizar estrategias que no van a ayudarnos.
Estas estrategias desadaptativas podrían encuadrarse en tres tipos:
- Estrategias centradas en la propia emoción.
- Estrategias que conllevan a cuestionar nuestras propias capacidades para hacer frente a la situación.
- Estrategias centradas en juzgar nuestros estados emocionales y en añadir etiquetas (por ejemplo, “soy débil” o “soy un llorón”.
Las rumiaciones y el ciclo de la tristeza
No cabe duda de que reflexionar sobre el motivo por el que nos encontramos tristes puede resultar beneficioso.
Sin embargo, si estos ciclos reflexivos se tornan en una cadena de pensamientos pasivos y sin ninguna intención de buscar solución; es entonces cuando se centran en el tipo de estrategias desadaptativas anteriormente mencionadas, de manera que dejan a un lado la búsqueda de solución de problemas.
Este tipo de pensamientos se denominan rumiaciones, y son el principal factor de vulnerabilidad cognitiva para el desarrollo de trastornos depresivos, trastornos de la ansiedad, de la conducta alimentaria y de abuso de sustancias entre otros.
La relación entre pensamiento y tristeza: la clave para romper el bucle
La metacognición supone la capacidad de pensar acerca del propio pensamiento; y ésta es la base para identificar esos estilos de pensamientos repetitivos, cíclicos y centrados sobre la propia tristeza.
Las personas podemos hacer conscientes los tipos de pensamientos que tenemos y abordar su naturaleza y significado para así darles cabida de manera constructiva y saludable.
De este modo, podemos ser conscientes gracias a tres pistas que nos pueden ayudar a identificar estos procesos:
Las preguntas que nos hacemos se centran solamente en la manera que nos sentimos
Si ponemos el ojo en esto, podremos darnos cuenta de que este tipo de pensamientos se componen de cierto reproche hacia nosotros mismos, de modo que nuestra tristeza aumenta.
Aparecen preguntas como “¿Por qué no soy capaz de estar bien?”, “¿Por qué no me siento bien con nada?”, “¿Por qué tengo más problemas que el resto?”
Aparecen pensamientos negativos sobre las consecuencias de sentir la tristeza
Estos pensamientos contribuyen al bucle cíclico, de manera que agravan el estado de ánimo y dan la sensación de pérdida de control sobre los acontecimientos; así que aparece el catastrofismo y la sensación de peligro inminente.
Como ejemplos podríamos encontrar; “Si no dejo de estar triste es posible que me abandone/que me despidan/que entre en una depresión…”
Los pensamientos cuestionan nuestras capacidades y evalúan negativamente los recursos
También aparece el juicio por no haber estado a la altura de las expectativas, de manera que nuestra autoestima se ve mermada y nos hacemos más vulnerables ante el dolor y la tristeza, infravalorando nuestros propios recursos externos e internos.
“Soy débil”, “No soy capaz de solucionar nada por mí mismo” o “todo me supera, es imposible salir de esto” son sólo algunos ejemplos de pensamientos de este tipo.
¿Qué puedo hacer para hacer frente a estos pensamientos?
Puedes encontrar 5 técnicas, entre las cuáles están:
- Identifica los pensamientos negativos sobre la tristeza. Para ello puedes ayudarte de los ejemplos anteriormente descritos.
- Piensa de manera realista, de modo que te centres en qué recursos puedes poner en práctica para ayudarte a salir de este estado de rumiación.
- Identifica los procesos y mecanismos que incrementan el malestar. Puedes hacer uso de la metacognición, y pensar acerca de la naturaleza del propio pensamiento, evaluar si se centra en la búsqueda de solución de problemas o, si, por el contrario, se fundamenta en el malestar y tristeza.
- Cuestiona todas aquellas creencias sobre los beneficios de pensar sobre tu estado de ánimo.
- Practica la atención plena o mindfulness. El entrenamiento atencional favorece un cambio de perspectiva en la propia valoración de la experiencia emocional, y nos aporta mayor flexibilidad para gestionar nuestras emociones ante las situaciones adversas de la vida.
Y recuerda. Siempre puedes contar con nuestra ayuda, como expertos y profesionales de la salud para ayudarte a gestionar este proceso tan doloroso y que tanta tristeza te está aportando; de manera que tu apoyo se verá reforzado, tendrás mayor capacidad para poder gestionar este evento y las emociones desagradables que lo suceden, y en definitiva, te sentirás mucho mejor contigo mismo y con la vida. No lo dudes!, contacta con nosotros.