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Humanidad

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Como psicólogos en Madrid centro, sabemos que la Psicología Positiva se encarga del estudio de nuestras virtudes y fortalezas, entre otras cosas. Las fortalezas son aquellos estilos moralmente valorables de pensar, sentir y actuar, que contribuyen a una vida de plenitud.

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Existen un total de 24 fortalezas humanas que son universales. Estas fortalezas, se agrupan en 6 virtudes más generales y abstractas: amor por el adquisición y uso del conocimiento, humanidad, coraje, justicia, templanza y trascendencia.

En concreto, la humanidad reúne aquellas fortalezas que se centran en el cuidado de los demás. A saber: capacidad de amar y ser amado, amabilidad e inteligencia emocional.

Capacidad de amar y ser amado

La fortaleza del amor permite estrechar relaciones con otras personas. Sobre todo con aquellas con las que compartir y cuidar es recíproco. Las personas con esta fortaleza sienten una enorme satisfacción al querer a los demás. Además, el amor permite poner la confianza en los demás y que la toma de decisiones se base en los demás como una prioridad.

Para ilustrar esta fortaleza que encontramos dentro de humanidad os presentamos la siguiente historia de Jorge Bucay: “La princesa busca marido”, aunque ¡ojo!, esta fortaleza no se centra simplemente en el amor romántico. Cuando hablamos del amor, hablamos de algo más amplio; es decir, valorar las relaciones cercanas con otras personas y sentirse próximo a ellas.

Capacidad de amar y ser amado

“Había una vez una princesa, que quería encontrar un esposo digno de ella, que la amase verdaderamente. Para lo cual puso una condición: elegiría marido entre todos los que fueran capaces de estar 365 días al lado del muro del palacio donde ella vivía, sin separarse ni un solo día. Se presentaron centenares, miles de pretendientes a la corona real. Pero claro al primer frío la mitad se fue; cuando empezaron los calores se fue la mitad de la otra mitad; cuando empezaron a gastarse los cojines y se terminó la comida, la mitad de la mitad de la mitad, también se fue.

Habían empezado el primero de enero, cuando entró diciembre, empezaron de nuevo los fríos, y solamente quedó un joven. Todos los demás se habían ido, cansados, aburridos, pensando que ningún amor valía la pena. Solamente éste joven que había adorado a la princesa desde siempre, estaba allí, anclado en esa pared y ese muro, esperando pacientemente que pasaran los 365 días. La princesa que había despreciado a todos, cuando vio que este muchacho se quedaba empezó a mirarlo, pensando, que quizás ese hombre la quisiera de verdad. Lo había espiado en Octubre, había pasado frente a él en Noviembre, y en Diciembre, disfrazada de campesina le había dejado un poco de agua y un poco de comida, le había visto los ojos y se había dado cuenta de su mirada sincera. Entonces le había dicho al rey:

– Padre creo que finalmente vas a tener un casamiento, y que por fin vas a tener nietos, este es el hombre que de verdad me quiere.

El rey se había puesto contento y comenzó a prepararlo todo. La ceremonia, el banquete e incluso, le hizo saber al joven, a través de la guardia, que el primero de Enero, cuando se cumplieran los 365 días, lo esperaba en el palacio porque quería hablar con él. Todo estaba preparado, el pueblo estaba contento, todo el mundo esperaba ansiosamente el primero de enero. El 31 de diciembre, el día después de haber pasado las 364 noches y los 365 días allí, el joven se levantó del muro y se marchó. Fue hasta su casa y fue a ver a su madre, y ésta le dijo:

– Hijo querías tanto a la princesa, estuviste allí 364 noches, 365 días y el último día te fuiste. ¿Qué pasó?, ¿No pudiste aguantar un día más?

Y el hijo contestó:

– ¿Sabes madre? Me enteré que me había visto, me enteré que me había elegido, me enteré que le había dicho a su padre que se iba a casar conmigo y, a pesar de eso, no fue capaz de evitarme una sola noche de dolor, pudiendo hacerlo, no me evitó una sola noche de sufrimiento. Alguien que no es capaz de evitarte una noche de sufrimiento no merece de mi amor, ¿verdad madre?”

Para trabajar esta fortaleza desde Psynthesis os proponemos el siguiente ejercicio: Intentad expresar vuestro amor a través de gestos físicos (abrazos, besos, caricias…). Con los más pequeños, podemos trabajar con cuentos de toda la vida, como “Blancanieves”, “Caperucita Roja” o “El patito Feo”. Tras leerlos con ellos, podemos hacerles preguntas del estilo ¿Se quieren los personajes? ¿Cómo lo sabemos? ¿Qué es quererse? El objetivo es poder lograr que vayan descubriendo as características del amor y que aprecien lo bonito de este sentimiento y lo importante que llega a ser en nuestras vidas.

Amabilidad

La amabilidad es una fortaleza de la humanidad consiste en realizar buenas obras o favores a otros sin recibir nada a cambio.

Amabilidad

Las personas amables encuentran gratificante dar lo mejor de sí y ayudar a otras personas; independientemente de que tengan alguna relación de parentesco o amistad. Esta fortaleza requiere ser respetuoso con los demás, lo que puede llegar a incluir el afecto emocional. Sin embargo, no debe confundirse con el amor. Mientras que la fortaleza del amor se refiere a valorar las relaciones y sentirse cercano; la amabilidad tiene un componente práctico y aplicado: el hacer bien a los demás.

Un ejercicio sencillo para poner en práctica nuestra amabilidad, podría ser el saludar siempre con una sonrisa, a pesar de tener un mal día, o estar cansados.

Con los más jóvenes una manera sencilla de poner en práctica la amabilidad podría ser organizar un mercadillo solidario; realizar alguna clase de apadrinamiento; o animarles a realizar algún tipo de actividad de voluntariado con la que se sientan cómodos.

Inteligencia social

La última fortaleza que encontramos dentro de humanidad es la inteligencia social. Las personas socialmente inteligentes son conscientes tanto de las propias emociones como de las de los demás. No importa cuál sea la situación, siempre tratan de hacer que todos los implicados se sientan cómodos y valorados.

Las personas socialmente inteligentes perciben los sentimientos de los demás, y son honestas a cerca de sus propias emociones. Además, por lo general, son expertos en la promoción de relaciones saludables.

Inteligencia emocional

Como ejercicio para trabajar esta fortaleza os proponemos que cuando se trate de vuestras relaciones más cercanas, intentad hablar con simplicidad y de forma directa sobre vuestras necesidades y deseos, sin andaros con rodeos.

Un ejercicio muy sencillo para trabajar con los más pequeños consiste en presentarles fotografías de caras que expresen diferentes emociones. Ellos deben identificarlas y deben indicarnos ante qué situaciones suelen aparecer estas emociones.

Si necesitas más información, o quieres pedir apoyo psicológico, desde Psynthesis Psicología nos ponemos a tu entera disposición.

No dudes en contactar con nosotros.

Si crees que puedes necesitar ayuda, en Psynthesis Psicología estamos a tu disposición. Infórmate sobre nuestros servicios de terapia psicológica.
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