
¿Qué decirle a una persona cuando está estresada?
Cuando vemos a alguien estresado nos invaden las ganas de ayudar y poner solución a sus problemas. A continuación, te indico una serie de pautas que puedes poner en práctica para asistir a una persona con estrés.
¿Qué solemos hacer cuando una persona cuando está estresada?
Como es comprensible, en algún momento de nuestras vidas hemos experimentado estrés, ya sea por alta carga de trabajo, responsabilidades, apuros económicos o mudanzas.
Si crees que puedes necesitar ayuda, en Psynthesis Psicología estamos a tu disposición. Infórmate sobre nuestros servicios de terapia psicológica y tratamientos para la estrés.
Por este mismo motivo, cuando vemos que nuestros familiares, amistades o compañeros de trabajo están estresados, empatizamos con su situación e intentamos ayudarles en todo lo posible.
Sin embargo, por muy buenas intenciones que tengamos, es posible que pequemos de “salvadores”, y que más que ayudarles, les añadamos más peso a lo que están sufriendo.
Prueba de ello son las desafortunadas frases hechas, como, por ejemplo, “no te preocupes, seguro que tiene solución”, “si le pones ganas todo se puede” o “con el tiempo lo verás distinto”.
Este tipo de frases a lo “Mr. Maravilloso” perjudican más que ayudan, ya que suelen responsabilizar a la persona de lo que le está ocurriendo, ya que, si traducimos sus mensajes, quieren decir algo así como “si te está pasando esto, es porque no te esfuerzas” o simplemente ignoran el contenido emocional que la persona está experimentando (“no te preocupes, todo se arregla”).
¡Y no debería ser así!
Imaginaos que estáis tristes, y viene alguien y os dice que no lloréis.
Pues es lo mismo.
Cuando una persona está estresada, lo más probable es que necesite descargar todo lo que está sintiendo, desahogarse, y darle espacio a el malestar y a su experiencia estresante.
Entonces, ¿Qué puedo hacer?
A continuación, te detallo una serie de pautas que puedes aplicar para ayudar a tu amigo, a tu compañero o familiar.
No tienes por qué aplicarlas todas, ya que cada persona es un mundo y tiene una forma de abordar este tipo de situaciones de forma muy diferente.
¡Comenzamos!
Habla con está persona y pregúntale si se encuentra bien
Como he comentado anteriormente, lo más probable es que simplemente te toque ser oyente y sostener lo que le está sucediendo.
Puedes comenzar la conversación indicando tu preocupación, diciendo, por ejemplo, “antes te he visto apurado, ¿va todo bien?”
Si la persona tiene confianza contigo, seguramente comience a contarte lo que le sucede. Si no es así, respeta su espacio y confía en su criterio. Es probable que más adelante te busque y te explique lo que le está pasando.
También puede ocurrir una cosa muy curiosa, y es que no sepa que está sufriendo estrés. Por este motivo, al preguntarle, es posible que se cuestione cómo se encuentra y reflexione acerca de su estado anímico.
Muestra tu disposición a ayudarle y pregúntale qué puedes hacer por él
Puedes indicarle que cuente contigo para lo que necesite, y que vas a estar ahí si requiere ayuda.
Algunas personas sienten vergüenza o culpa por pedir ayuda, por lo que, si le ofreces tu mano, no seas confrontativo ni persistente.
Igualmente, pregúntale de qué manera puedes ayudarle. Si no sabe responderte, podrías decirle “¿quieres hablar de ello?” o “si te parece bien, quieres que demos una vuelta y desconectemos un rato”?
Escúchalo y valida sus sentimientos
Si finalmente la persona se abre y cuenta lo que le está pasando, muestra empatía y escucha activa en todo momento.
Para ello, puedes preguntarle acerca de cómo se sintió en un momento concreto, parafrasear lo que te ha dicho, o simplemente reafirmar lo que te ha contado.
También, cuando tengas la oportunidad, indícale que es normal sentirse así ante tales circunstancias.
Esto le ayudará a gestionar el contenido emocional y a normalizar su respuesta emocional.
Si habla mal de sí mismo o se culpabiliza, ¡parale los pies!
Muchas veces, cuando estamos estresados, tristes o con ansiedad, nos culpabilizamos por lo ocurrido, independientemente de que lo sucedido sea producto de nuestra acción.
Si tu amigo empieza a hablar mal de sí mismo, a echarse la culpa o a decir lo idiota que es, recálcale que eso no es verdad e intenta darle la vuelta.
Por ejemplo, si tu amistad dice que es un perdedor y que nada se le da bien, puedes decir “eso es mentira, ¿recuerdas ese proyecto tan fantástico que hiciste?”.
Recordando sus victorias le ayudas a reajustarse y a valorar todas las cualidades que tiene.
Ofrece estrategias para mitigar el estrés
Podéis comenzar intentando identificar qué es lo que le produce estrés, ya que es posible que la persona no lo sepa.
A través de observaciones y preguntas podréis encontrar la fuente.
El abanico de soluciones
Una vez habéis identificado la fuente de estrés, es momento de encontrar soluciones.
Tenéis que ser realistas, ya que es posible que no todo se pueda solucionar.
Para ello, podéis hacer una lista de sus estresantes e identificar cuáles podéis controlar y cuáles no.
Cuando las tengáis todas, empezad por las más fáciles, animándole en todo momento y ayudándole en lo posible.
Las estrategias contra el estrés
Si por experiencia tienes alguna estrategia para gestionar el estrés, muéstrasela. Puede que ir a dar un paseo le relaje, tomar algo a una terraza o practicar ejercicio.
Si tu amistad no quiere o no le apetece, tampoco le insistas. Confía en su capacidad y criterio.
Si el estrés le supera, anímale a buscar ayuda profesional
En ocasiones, por mucha ayuda de amigos o familiares que tengamos, puede que esta no sea suficiente, por lo que animarle a acudir a un psicólogo especializado en el tratamiento del estrés sea una buena solución.
Si tiene dudas o prejuicios (“los psicólogos son para gente que esta loca”) rebate sus pensamientos, dile que te preocupa su situación, que un especialista en estrés puede ayudarle y que por ir al psicólogo no está loco, si no que está siendo valiente.
Estas son sólo algunas pautas que puedes aplicar con la persona que tienes a tu lado para ayudar a que superare el estrés. Igualmente, tú conoces a la persona mucho mejor que yo, por lo que seguro que sabes ayudarle.
Con sólo estar ahí y ofrecer tu apoyo haces mucho.
Recuerda que lo más difícil no es hablar o poner soluciones, si no sostener y escuchar.
¡Nos vemos en el próximo artículo!