
Terapia de pareja después del divorcio
Tomar la decisión de divorciarse no es algo fácil, y muchas veces acarrea consecuencias psicológicas para los implicados. A continuación, te detallamos cómo se trata en terapia psicológica.
Me he divorciado, ¿es bueno ir al psicólogo?
Experimentar una ruptura de pareja es una experiencia muy dolorosa y que, en ocasiones, conlleva una huella o herida emocional que necesita ser sanada.
Si crees que puedes necesitar ayuda, en Psynthesis Psicología estamos a tu disposición. Infórmate sobre nuestros servicios de terapias psicológicas y terapia de pareja.
El divorcio muchas veces acarrea derrumbes emocionales, sentir que se ha perdido un proyecto de vida; lo que antes se tenía ya no está, y sólo hay lugar para el vacío, el dolor y la soledad. Muchas veces supone pérdida del apetito, insomnio, falta de concentración, pensamientos recurrentes y catastróficos, culpa, miedo, vergüenza, dolor en el presente e incertidumbre hacia el futuro.
Por todos estos motivos, algunas personas acuden a terapia para poder gestionar la ruptura de pareja o de matrimonio que han sufrido; ya que la marca psicológica que les ha dejado afecta a su manera de vivir el presente, de pensar o de comportarse.
A continuación, te detallamos cómo se aborda la terapia de pareja después del divorcio.
Abordar la ruptura
En este apartado vamos a ver cuáles son los aspectos más importantes que tienen lugar durante el proceso de psicoterapia. Hay que tener en cuenta que cada persona es un mundo por descubrir, y no siempre todas las técnicas se utilizan de la misma manera, ya que una de las bases de la terapia psicológica es que esta sea individualizada y personalizada.
El autoconocimiento
En las primeras sesiones lo principal es recabar la mayor información posible del paciente. Es una manera de aproximarnos a su mundo y a sus vivencias a través del conocimiento de su entorno, su familia, su día a día, y por supuesto, los motivos de consulta.
Explorar las principales causas del malestar del paciente nos acerca a la raíz del problema; pero eso no quiere decir que lo que el paciente nos esté comunicando sea exactamente lo que ha ocurrido o la experiencia real de lo sucedido.
Esto quiere decir que, el hecho de vivenciar una herida emocional no significa que automáticamente seamos conscientes de cuál es el verdadero problema que ocasiona el fenómeno psicológico.
Por ello, a través de ejercicios de autoconocimiento e Inteligencia Emocional, la persona aumenta su nivel de consciencia respecto a lo sucedido.
Desmitificar creencias disfuncionales
Ya hablamos en este artículo de los problemas que acarrea el mito del amor romántico, la idea de que el amor todo lo puede o la creencia de que la vida sin pareja no es vida. Este tipo de creencias sólo nos añaden más peso a la mochila que llevamos, por lo que, a través de la reestructuración cognitiva, se consigue desmitificar todo este tipo valores y convicciones que nos hemos ido “tragando” desde que somos pequeños.
Gestión del malestar
Uno de los aspectos clave que se enseña al paciente es a gestionar las sensaciones desagradables y el dolor emocional que siente. No se trata de hacer que no existen, bloquearlos o ignorarlos. De hecho, este es un mecanismo muy utilizado si no se dispone de herramientas ni apoyo adecuado.
Por este motivo, en terapia se enseñan ejercicios de gestión de la angustia y pensamientos irracionales, basándose en principios de aceptación y con cierto grado de incomodidad.
Atención Plena o Mindfulness
Al sufrir un divorcio, es muy común pasar del llanto y la nostalgia por los momentos vividos, al odio y a la frustración.
Es vital entender que no todo se puede observar desde los polos extremos, y que, aunque sea doloroso y complicado al principio, la vida no se ciñe por todo o nada, blanco o negro. Adoptar una perspectiva constructiva de lo ocurrido y dejar a un lado los juicios morales, se consigue a través de técnicas de Atención Plena o Mindfulness.
El proceso del duelo de la pareja
En ocasiones reducimos el duelo al fallecimiento de un ser querido, cuando duelo no significa otra cosa más que sentir la pérdida de algo que teníamos y ya no está. Poder atravesar las fases del duelo de la pareja; permitirse llorar; gritar; enfadarse; quejarse es parte del curso natural; y en terapia se da espacio a este tipo de manifestaciones de la ruptura.
Un paso hacia ello es poder resignificar los recuerdos de la persona y darles un cierre. Dejar poco a poco a un lado esa referencia y compañía que teníamos, y dar espacio a las cosas nuevas y maravillosas que te puede ofrecer la vida.
Al principio cuesta, pero disponer de nuevos proyectos, pasiones, ilusiones hará que todo sea más fácil.
Aparte de los recursos que se puedan proporcionar a la persona, es muy útil dotarle de medidas que permitan el mantenimiento de hábitos que prevengan recaídas o problemas psicológicos.
Además, si la persona dispone de un círculo social en el que apoyarse, como familia o amigos, no sólo tendrá el sostén de la terapia, y el camino hacia el bienestar emocional se hará más fácil.
Si deseas obtener más información sobre la terapia de pareja y cómo abordamos el duelo, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.