
Tipos de trastornos mentales. Clasificaciones
A lo largo de la historia, la conducta desviada ha sido de gran interés para médicos, psicólogos, filósofos, etc. Sin embargo, a lo largo de los siglos, se han dado diferentes explicaciones para los comportamientos que no se sabían explicar. Durante siglos, se ha podido ver que anormalidad y psicopatología han sido considerados sinónimos. Por suerte, en la actualidad, podemos ver que la mayor parte de las psicopatologías o trastornos mentales están presentes en la normalidad. No obstante, constituyen una exacerbación, por exceso o por defecto de esa normalidad.
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Debemos ser cautelosos en considerar las enfermedades mentales como un comportamiento anormal. Nos queda muchísimo que estudiar y aprender sobre ellas. No obstante, es muy probable, que a menos que haya una causa física como una lesión cerebral, los trastornos mentales no deban ser considerados como una enfermedad o algo anormal, si no que deberíamos hablar de “problemas para vivir”, que aparecen como consecuencia de nuestra forma de afrontar una ruptura amorosa, complicaciones laborales o el fallecimiento de un ser querido.
Clasificación de los trastornos mentales
Nos encanta clasificar. Y no podía ser menos en Psicología.
En la actualidad podemos encontrar dos tipos de clasificaciones diagnósticas para los trastornos mentales.
- Por un lado tenemos la CIE 10 desarrollada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
- Y, por otro, tenemos el DSM 5, publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) en 2015.
Aunque con algunas diferencias, básicamente ambos manuales clasifican los trastornos psicológicos en función de una serie de síntomas que la persona debe cumplir. No todas las personas presentan los mismos síntomas.
Por ejemplo, es habitual que las personas que vienen a consulta con ansiedad me digan que tienen taquicardia, temblor, presión en el pecho o falta de aire. Son los síntomas más frecuentes. Pero hay personas que manifiestan su ansiedad con otros síntomas: mareo; hormigueo en alguna parte del cuerpo; despersonalización; etc. Debido a que, como decía, los síntomas pueden variar de unas personas a otras, estos manuales presentan un listado de síntomas de los cuales, para poder realizar un diagnóstico, la persona debe presentar un número determinado de ellos, como mínimo.
Son muchos los motivos por los que una persona decide acudir a un psicólogo. Y no siempre vienen por tener un trastorno mental. No podemos patologizar nuestro día a día. Al final, la vida viene como viene y el perder a un ser querido o sufrir un maltrato psicológico no lo podemos clasificar como un trastorno mental. En adelante, vamos a hablar de los trastornos mentales que describen estos dos manuales. Pero, como digo, existen otras muchas razones que nos generan malestar y por las que pedimos ayuda o acompañamiento psicológico.
Trastornos de la infancia, la niñez o la adolescencia
Aunque en el DSM 5 no sucede así, en el anterior DSM IV TR, existía un grupo de categorías diagnósticas que suelen iniciarse durante la infancia, la niñez y la adolescencia. Me ha parecido interesante resaltarlas y plantearlas en una clasificación propia.
Esto no quiere decir que un niño no pueda tener ansiedad o sentirse deprimido. Todos los niños y adolescentes pueden presentar el resto de patologías (excepto el trastorno antisocial de la personalidad, cuyos criterios diagnósticos establecen que la persona debe tener al menos 18 años; en niños, tiene su propia clasificación como trastorno de conducta, lo que antes se conocía como trastorno disocial). Del mismo modo, cualquier adulto puede ser diagnosticado con cualquiera de los trastornos que incluyo en este apartado.
Discapacidad intelectual
Las personas con discapacidad intelectual se caracterizan por una deficiencia en su capacidad para pensar. Esta deficiencia consiste en una combinación de problemas en el pensamiento abstracto, es decir, en el tipo de pensamiento que nos permite reflexionar sobre cosas que no están presentes en el espacio y el momento actual; el juicio: la capacidad que tenemos para razonar y distinguir entre el bien y el mal; la planificación; la resolución de problemas; el razonamiento, es decir, la capacidad para dar argumentos sobre un pensamiento determinado; y el aprendizaje en general.
El nivel de inteligencia general de una persona con discapacidad intelectual está significativamente por debajo de la media. En la práctica, implica un cociente intelectual menor a 70. Lo que conlleva a que, la mayor parte de estas personas, necesiten ayuda especial para adaptarse.
Por definición, la discapacidad intelectual se inicia en el periodo del desarrollo. Sin embargo, cuando en niños menores de 5 años no se ha podido valorar de forma fiable el nivel de gravedad, se clasificará como Retraso Global del Desarrollo y no como discapacidad intelectual.
Trastorno específico del aprendizaje
El trastorno específico del aprendizaje (TA) es un problema particular para la adquisición de información. Más concretamente, este trastorno hace referencia a dificultades persistentes para aprender aptitudes académicas esenciales que surgen durante los años escolares. Este problema que no es consistente con la edad del niño y su inteligencia de origen; y no puede explicarse a partir de factores externos como la cultura o la falta de educación.
Además, al realizar el diagnóstico se deben especificar las áreas académicas y subaptitudes alteradas:
- Con dificultades en la lectura (Dislexia). Aparece cuando el niño no puede leer con la agilidad esperada para su edad e inteligencia. Puede presentar dificultad para la comprensión o la velocidad cuando lee en silencio; para la precisión cuando lee en voz alta; o para el deletreo.
- Con dificultades en la expresión escrita. El niño tiene problemas con la gramática, la puntuación, la ortografía y el desarrollo de ideas por escrito.
- Con dificultad matemática (Discalculia). Se refiere a cuando el niño tiene dificultades para realizar operaciones matemáticas como contar; comprender conceptos matemáticos y reconocer simboles; aprender las tablas de multiplicar; o realizar operaciones tan simples como la suma o tan complejas como el planteamiento de problemas.
Trastornos motores
Trastorno del desarrollo de la coordinación (Dispraxia)
También conocido como “el síndrome del niño torpe”, se caracteriza por una dificultad para hacer que sus cuerpos realicen lo que desean. En general, las habilidades motoras son más deficientes de lo que cabria esperar para la edad del niño; e interfieren con su avance escolar, los deportes u otras actividades.
Los niños más pequeños tienen retraso para gatear, caminar o incluso vestirse. Los niños más mayores tienen dificultades para correr o saltar, por ejemplo. En general, el movimiento de los niños con trastorno en el desarrollo de la coordinación puede parecer torpe, lento o menos preciso que los niños de su edad. Los comportamientos motores específicos incluyen torpeza general, problemas de equilibrio, retraso en el logro de las metas del desarrollo y dominio lento de las habilidades básicas como correr, lanzar o recoger una pelota, y la escritura.
Aunque estos síntomas, con frecuencia, se presentan de forma aislada, en más de la mitad de los pacientes con este trastorno se presentan como parte de un problema mayor que incluye problemas de atención o de aprendizaje.
Trastorno de movimientos estereotipados
Las estereotipias son conductas que las personas parecen obligadas a realizar una y otra vez sin alguna meta aparente. Es decir, es un movimiento repetitivo que se realiza por el hecho de moverse. Este comportamiento es totalmente normal en bebés y niños pequeños, que se mecen solos, se chupan los pulgares y se llevan a la boca cualquier cosa que les quepa. Pero cuando estas estereotipias persisten hasta una fase avanzada de la niñez o más tarde, se puede llegar a diagnosticar el trastorno de movimientos estereotipados.
La característica principal del trastorno de movimientos estereotipados es el comportamiento motor repetitivo, aparentemente guiado y sin objetivo. Estos movimientos muchas veces son movimientos rítmicos de la cabeza, las manos o el cuerpo sin una función adaptativa obvia. Incluyen mecerse, aplaudir o saludar con las manos, jugar con los dedos, pincharse la piel o girar objetos.
Estos movimientos se pueden producir muchas veces durante el día, durando de pocos segundos a varios minutos, o incluso más tiempo. Cada persona presenta su comportamiento particular y, obviamente, el repertorio de comportamientos puede variar de unas personas a otras.
Trastornos de la comunicación
Los trastornos de la comunicación se encuentran entre las causas más frecuentes por las que un niño puede ser referido para una valoración especial. En algunos niños, los problemas de la comunicación son manifestaciones de problemas del desarrollo más amplios, con el TEA o la discapacidad intelectual. Muchos otros niños, sin embargo, tienen trastornos aislados de la expresión oral y del lenguaje.
Los trastornos de la comunicación incluyen las deficiencias del lenguaje, es decir, la forma, función y el uso de palabras habladas, lenguaje de señas, palabras escritas e imágenes; el habla: la producción expresiva de sonidos, incluyendo la articulación, la fluidez, la voz y la calidad de la resonancia de una persona; y la comunicación, que es todo el comportamiento verbal o no verbal que influye en el comportamiento, las ideas o las actitudes de otra persona.
Trastorno del lenguaje
Se caracteriza por dificultades en la adquisición y uso del lenguaje en todas sus modalidades. Es decir, se presentan dificultades en el lenguaje hablado, escrito o el lenguaje de signos. Además, estas dificultades se deben principalmente a problemas en la comprensión o la producción del vocabulario, las estructuras gramaticales y el discurso.
Trastorno fonológico (Trastorno del sonido del lenguaje)
La sustitución de un sonido por otro o la omisión absoluta de algunos sonidos corresponden al tipo de error que cometen los pacientes con trastorno fonológico. Los niños con dificultades para la producción fonológica (es decir, la articulación clara de los fonemas que se combinan para crear palabras habladas) pueden presentar problemas de diferentes grados en el conocimiento fonológico de los sonidos hablados o en la habilidad para coordinar los movimientos del habla. Su diagnóstico se realiza cuando la producción de sonidos del habla no es la que se esperaría de un niño para su edad y etapa de desarrollo; y cuando las deficiencias no se deben a una alteración física, estructural, neurológica o auditiva.
Trastorno de la fluidez de inicio en la infancia (Tartamudeo)
La característica principal del trastorno de la fluidez es una alteración de la fluidez y la organización temporal del hablar que no se corresponde con la edad del niño. Esta alteración se caracteriza por la repetición frecuente o la prolongación de ciertos sonidos o sílabas y otras alteraciones de la fluidez. El tartamudeo ocurre principalmente en las consonantes, los sonidos iniciales de las palabras, la primera palabra de una oración y las palabras acentuadas, largas o que rara vez se utilizan.
Trastorno de la comunicación social (Pragmático)
El trastorno de la comunicación social describe a pacientes que, a pesar de tener un vocabulario y habilidad adecuados para construir oraciones, tienen dificultad con el uso social del lenguaje y la comunicación.
Estas dificultades se manifiestan en:
- Uso del lenguaje para la realización de diferentes tareas.
- Adaptación del lenguaje de acuerdo a las necesidades del oyente o la situación.
- Seguir las normas de conversación o narración.
- Entender los mensajes implícitos, como las metáforas, expresiones idiomáticas y sentido del humor.
Estos problemas causan limitaciones en la comunicación eficaz, la participación social, el desarrollo de relaciones sociales, los logros académicos y el desempeño laboral.
Trastornos del espectro autista
El trastorno del espectro autista (TEA) es un trastorno heterogéneo con grados y manifestaciones muy variables. Este trastorno se caracteriza por deficiencias persistentes en tres amplias categorías:
- Comunicación. A pesar de tener buena audición, suelen presentar un retraso en el lenguaje. Las deficiencias pueden variar desde un lenguaje normal hasta una afección tan intensa que apenas pueden comunicarse.
- Socialización. La maduración social de estas personas es más lenta y no siguen los tiempos esperados. Al juntarlo con la comunicación, nos encontramos que existen deficiencias en la comunicación social y en la interacción social en diferentes contextos.
- Conducta motriz. Tienen comportamientos, intereses o actividades restrictivas y repetitivas que se manifiestan con acciones compulsivas o rituales sin un fin determinado, girar, balancearse, aplaudir, golpearse la cabeza o mantener posturas corporales extrañas. Además, suelen resistirse al cambio y pueden parecer indiferentes al dolor o a temperaturas extremas.
Síndrome de Asperger
A pesar de no aparecer en el DSM 5, el trastorno de Asperger ha sido utilizado como diagnóstico desde 1944. Este síndrome parecía definir a un grupo de personas que, a pesar de presentar los síntomas típicos del TEA, también poseían una gran inteligencia.
El DSM IV TR específica que, al igual que en el TEA, existe una alteración grave y persistente de la interacción social, y el desarrollo de patrones del comportamiento, intereses y actividades restringidas y repetitivas. Sin embargo, no existe retraso en el lenguaje, aunque pueden estar alterados aspectos más sutiles de la comunicación (ausencia de contacto ocular, déficit en la expresión facial, posturas o gestos).
Trastorno por déficit de atención/hiperactividad
El trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH) es uno de los trastornos que más se diagnostican en la infancia. La característica principal de este trastorno es un patrón persistente de inatención y/o hiperactividad-impulsividad.
- Con inatención nos referimos a la dificultad constante para mantener la atención y a una desorganización que no se deben a un desafío por parte del niño o un problema de comprensión.
- Con hiperactividad nos referimos a una actividad motora excesiva cuando no es apropiado.
- Y con impulsividad hacemos referencia a acciones apresuradas que se producen en el momento, sin reflexionar, y que crean un gran riesgo de dañarse.
Trastornos de la ingestión y de la conducta alimentaria de la infancia o la niñez
Estos trastornos se caracterizan por una alteración persistente en el comportamiento relacionado con la alimentación que lleva a una alteración en el consumo o en la absorción de los alimentos y que causa un deterioro de la salud física.
Pica
La principal característica de la pica es la ingestión persistente de sustancias no nutritivas y no alimentarias durante al menos un mes. Las sustancias que se suelen ingerir varían con la edad y con la disponibilidad: papel; jabón; ropa; pelo; cuerdas; lana; tierra; tiza; polvos de talco; pintura; metales; guijarros; carbón vegetal o mineral; cenizas; barro; o almidón.
La pica se ha relacionado con la deficiencia de hierro, aunque puede estar relacionado con otros minerales.
Rumiación
La principal característica del trastorno de rumiación es la regurgitación repetida de alimentos, después de alimentarse o comer, durante un mínimo de un mes. Es decir, la comida tragada previamente, que puede estar parcialmente digerida, se devuelve a la boca aparentemente sin nauseas, arcadas involuntarias ni desagrado. La comida se puede volver a masticar para después escupirse de la boca o tragarse de nuevo.
Trastornos de tics
Un tic es una vocalización o movimiento súbito del cuerpo que ocurre de manera repetida, rápida y sin ritmo. Los tics son comunes y pueden ser muy variados. Pueden ir desde pequeñas contracciones musculares ocasionales hasta las expresiones repetitivas motrices y vocales.
Lo habitual es que los tics afecten la parte superior de la cara, sin embargo, los niños afectados pueden presentar una amplia variedad de síntomas que incluyen tensión abdominal y movimientos rápidos de hombros, cabeza o extremidades.
Trastorno de Gilles la Tourette
Este trastorno se caracteriza por la presencia de múltiples tics motores y uno o más tics vocales que han estado presentes en algún momento durante la enfermedad, aunque no necesariamente de forma concurrente; y persisten durante más de un año.
Lo que más llama la atención del trastorno son los tics vocales que incluyen una variedad impresionante de vocalizaciones, chasquidos, toses, gruñidos y palabras incomprensibles. Un porcentaje muy pequeño de pacientes presenta coprolalia verbal, que consiste en decir obscenidades; o mental, caracterizada por pensamientos sucios que irrumpen sin poder controlarlos.
Trastorno de tics motores o vocales persistentes (crónicos)
Se caracteriza por la presencia de tics motores y/o vocales que duran más de un año. Aunque, estos tics suelen desaparecer en algunos años. Sin embargo, éstos pueden reincidir en los adultos cuando se sienten cansados o tensos.
Trastorno de tics transitorio
Por definición, los tics en el trastorno de tics transitorios son pasajeros. Suelen tratarse de tics motores simples que aparecen y desaparecen en un periodo de semanas a meses. Por su parte, los tics vocales son menos frecuentes que los motores.
Trastornos de la excreción (eliminación)
Los trastornos de la excreción implican la eliminación inapropiada de orina y heces y se suelen diagnosticar por primera vez durante la infancia o la adolescencia. La encopresis y la enuresis ocurren casi siempre de manera independiente; y su diagnóstico puede ser primario o secundario.
- Hablaremos de un trastorno primario cuando los síntomas han persistido durante todo el proceso de desarrollo del niño;
- y secundario cuando ha habido control de esfínteres y por diversas razones, éste después se pierde.
Enuresis
El principal rasgo de la enuresis es la emisión repetida de orina durante el día o la noche, en la cama o en la ropa. La mayoría de las veces, la enuresis es involuntaria y para poder hacer el diagnóstico, la emisión de orina debe producirse al menos dos veces por semana durante al menos tres meses consecutivos. Además, el niño debe tener al menos una edad de 5 años. Se establece esta edad porque se da por hecho que a esta edad ya está previsto que el niño es capaz de contener la orina.
Encopresis
La principal característica de la encopresis es la excreción involuntaria y repetida de heces en lugares inapropiados. Para realizar el diagnóstico, esto debe suceder al menos una vez al mes durante un mínimo de tres meses; y la edad cronológica del niño debe ser de al menos cuatro años.
Trastornos neurocognitivos
Los trastornos neurocognitivos engloban los trastornos en los que el déficit clínico principal es en la función cognitiva. Estos trastornos son adquiridos y la disfunción cognitiva no ha estado presente desde el nacimiento o la infancia temprana. Por tanto, representa un declive desde un nivel de funcionamiento adquirido previamente, ya sea en la atención; la función ejecutiva (planificación, toma de cisiones, memoria de trabajo y flexibilidad mental); el aprendizaje y la memoria; el lenguaje, las habilidades perceptuales motoras (incluye las habilidades denominadas como percepción visual, habilidades visoconstructivas, perceptuales motolas, praxis y gnosis); y reconocimientos social, es decir, el reconocimiento de emociones y la teoría de la mente.
Delirium
El delirium se produce por una alteración de la atención o de la conciencia acompañada de un cambio cognitivo con respecto a la situación basal. La alteración de la atención se manifiesta por una disminución en la capacidad para dirigir, centrar, mantener o desviar la atención. Por su parte, la alteración de la conciencia se manifiesta por una disminución de la orientación relativa al entorno y, en ocasiones, incluso a sí mismo.
Trastorno neurocognitivo mayor y leve
En la actual clasificación del DSM 5, las demencias han pasado a llamarse trastornos neurocognitivos. Tanto el trastorno neurocognitivo mayor como el leve, se caracterizan por la evidencia de deterioro cognitivo respecto de un nivel de desempeño previo en uno o más dominios cognitivos (atención, función ejecutiva, aprendizaje y memoria, lenguaje, habilidades perceptivo-motoras y reconocimiento social) que se debe a una afección médica o a los efectos persistentes de una sustancia.
Ambos trastornos se diferencian atendiendo a la gravedad de los déficits neurocognitivos. El trastorno neurocognitivo mayor se caracteriza por un declive cognitivo significativo que es lo suficientemente grave como para interferir en la independencia; mientras que el leve se caracteriza por un declive cognitivo moderado que no es lo bastante grave como para interferir en las actividades cotidianas.
Trastornos relacionados con sustancias y trastornos adictivos
Los trastornos relacionados con sustancias engloban 10 clases diferentes de drogas: alcohol; cafeína; cannabis; alucinógenos; inhalantes; opiáceos; sedantes; hipnóticos y ansiolíticos; estimulantes; el tabaco; y otras sustancias. Todas las drogas que se consumen en exceso producen una activación directa general del sistema de recompensa cerebral, que está implicado en el refuerzo del comportamiento y en la producción de recuerdos. Los mecanismos por los que cada clase de droga produce la recompensa son diferentes, aunque generalmente las drogas activan el sistema y producen sentimientos de placer.
Además de los trastornos relacionados con sustancias, se incluye también aquí el juego patológico. Existe evidencia de que los comportamientos de la ludopatía activan los sistemas de recompensa de manera similar a las drogas de abuso; y porque éste produce síntomas conductuales similares a los de los trastornos de consumo de sustancias.
Trastornos relacionados con sustancias
Los trastornos relacionados con sustancias se dividen en dos grupos:
- los trastornos por consumo de sustancias
- y los trastornos inducidos por sustancias
El primer grupo incluye lo que antes se conocía como dependencia y abuso de sustancias. El segundo grupo incluye la intoxicación y la abstinencia.
Trastorno por consumo de sustancias
La característica esencial del trastorno es la asociación de síntomas cognitivos, comportamentales y fisiológicos que indican que la persona continúa consumiendo la sustancia a pesar de los problemas significativos relacionados con dicha sustancia.
Intoxicación por sustancias
Este cuadro clínico se deriva del consumo excesivo reciente de alguna sustancia. La característica esencial se refiere al desarrollo de un síndrome específico y reversible debido a la ingesta reciente de la sustancia. Los cambios comportamentales y psicológicos se atribuyen a los efectos fisiológicos de la sustancia sobre el sistema nervioso central, los cuales se desarrollan durante o al poco tiempo tras el consumo.
Los cambios más frecuentes en la intoxicación conllevan alteraciones de la percepción, de la vigilia, de la atención, del pensamiento, del razonamiento, de la conducta psicomotora y del comportamiento interpersonal.
Abstinencia de sustancias
Este conjunto de síntomas aparece cuando una persona que ha consumido con frecuencia una sustancia deja de utilizarla o reduce de forma intensa la dosis. Es decir, la característica esencial es el desarrollo de cambios comportamentales, fisiológicos y cognitivos debidos al cese o a la reducción del consumo prolongado o frecuente de una sustancia.
Trastornos no relacionados con sustancias: trastorno por juego
El juego patológico o ludopatía es un comportamiento extremo que, al igual que muchos de los otros aspectos de la vida, se convierte en un trastorno cuando se lleva a tal exceso que causa problemas.
La característica esencial del juego patológico es un comportamiento disfuncional recurrente y persistente de juego que interrumpe las actividades personales, familiares y/u ocupacionales. Se puede desarrollar un patrón de recuperación de las propias pérdidas, con la necesidad urgente de mantener el juego para recuperarse de una pérdida o una serie de pérdidas. La persona pude mentir a su familia u otras personas para ocultar su grado de implicación en el juego; y, los casos que se acompañan de engaño, también pueden implicar el encubrimiento con conductas ilegales como la falsificación, el fraude, el robo, etc. Además, estas personas pueden presentar un comportamiento de rescate y dirigirse a la familia u otras personas en busca de ayuda debido a una situación financiera desesperada causada por el juego.
Espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos
Por lo general, estos trastornos no son difíciles de detectar. Ideas delirantes, alucinaciones y lenguaje o conducta desorganizados suelen ser evidentes. Los síntomas de estos trastornos representan un cambio importante en el comportamiento normal de la persona.
Características clave que definen los trastornos psicóticos
Un paciente psicótico carece de contacto con la realidad. Los trastornos del espectro de la esquizofrenia y los trastornos psicóticos pueden manifestarse por anomalías en uno o más de los siguientes dominios:
- delirios,
- alucinaciones,
- pensamiento (lenguaje) desorganizado,
- comportamiento motor muy desorganizado o anómalo (incluida la catatonía)
- y síntomas negativos.
Delirios (Ideas delirantes)
Son creencias falsas que no pueden explicarse por medio de la cultura o la educación del paciente. Además no es posible persuadir a la persona de que la idea es incorrecta, a pesar de la evidencia en contra o del peso de la opinión de otras personas.
Alucinaciones
Son percepciones que tienen lugar sin la presencia de un estímulo externo. Las alucinaciones son casi siempre anormales y pueden afectar a cualquiera de los cinco sentidos, aunque las visuales y auditivas son las más frecuentes.
Pensamiento (lenguaje) desorganizado
El pensamiento desorganizado del paciente normalmente se puede ver a través de su discurso. Se caracteriza porque la persona pasa de un tema a otro; las respuestas que da pueden estar poco relacionadas con las preguntas que se le hacen; utilizan rimas constantemente o juegos de palabras y otras reglas que no son evidentes para el observador, o por ninguna regla evidente en absoluto.
Comportamiento anómalo
Se caracteriza por acciones físicas que parecen carecer de un objetivo, como desvestirse en público, repetir el signo de la cruz, asumir y mantener posturas peculiares y con frecuencia incómodas, etc.
Dentro de este comportamiento podemos encontrar la catatonia que se caracteriza por una diminución marcada de la reactividad al entorno. Ésta oscila entre la resistencia a llevar a cabo instrucciones, la adopción mantenida de una postura rígida, inapropiada o extravagante, y la ausencia total de respuestas verbales o motoras.
Síntomas negativos
Incluyen una variedad limitada de expresiones de la emoción; reducción notable de la cantidad o la fluidez del lenguaje; u pérdida del deseo de hacer cosas (abulia). Se llaman negativos porque dan la impresión de que algo ha sido sustraído del paciente, de que hay algo que le falta.
Esquizofrenia
Los síntomas característicos de la esquizofrenia comprenden todo un abanico de disfunciones cognitivas, conductuales y emocionales (alucinaciones, delirios, pensamiento desorganizado, comportamiento anómalo y/o síntomas negativos), aunque ninguno de estos síntomas por sí solo asegura en diagnostico de este trastorno.
Para poder hacer el diagnóstico, la persona debe presentar al menos dos de los cinco tipos de síntomas psicóticos, uno de los cuales debe corresponder a ideas delirantes, alucinaciones o pensamiento desorganizado; y deben ir asociados con un deterioro del funcionamiento social o laboral.
Trastorno de delirios (trastorno delirante)
Se caracteriza por la presencia de uno o más delirios que persisten durante al menos un mes. Hay que especificar qué tipo de delirio presenta la persona:
- El tema central del delirio es que otra persona está enamorada de él.
- De grandeza. El tema central del delirio es la convicción de tener cierto talento o conocimientos o de haber hecho algún descubrimiento importante.
- Celotípico. El tema central del delirio es que su cónyuge o amante le es infiel.
- El tema central del delirio implica la creencia del individuo de que están conspirando en su contra, o que le engañan, espían, siguen, envenenan o drogan, difaman, acosan o impidan que consiga objetivos a largo plazo.
- Somático. El tema central del delirio implica funciones o sensaciones corporales.
Trastorno psicótico breve
Este trastorno se caracteriza por una alteración que implica el inicio brusco de delirios, alucinaciones, discurso desorganizado o comportamiento psicótico motor muy anómalo. Es decir, hay un cambio de un estado no psicótico a otro claramente psicótico durante al menos un día con un regreso a la normalidad en menos de un mes (la persona se recupera por completo).
Trastorno esquizofreniforme
Este diagnóstico aparece alrededor de 1930 para tratar a los pacientes que quizás tuvieran algún pensamiento un poco distinto. En la actualidad, los síntomas característicos del trastorno esquizofreniforme son idénticos a los de la esquizofrenia. Sin embargo, se diferencian en la duración. La duración total de este trastorno mental es de al menos un mes pero menor a seis meses. En la esquizofrenia, los síntomas deben durar como mínimo seis meses.
Trastorno esquizoafectivo
El trastorno esquizoafectivo es un trastorno mental que se caracteriza por la presencia combinada de síntomas psicóticos (alucinaciones y/o delirios) y síntomas del estado de ánimo (episodio maniaco y/o episodio depresivo). Los síntomas psicóticos son importantes porque deben estar presentes de forma aislada durante, al menos, dos semanas. Así diferenciamos el trastorno esquizoafectivo de un trastorno bipolar con síntomas psicóticos; es decir, las alucinaciones o delirios deben estar presentes durante al menos dos semanas en ausencia de un episodio mayor del estado de ánimo. Por otro lado, los síntomas del estado de ánimo deben estar presentes, en combinación con los síntomas psicóticos durante la mitad o más de la duración total de la enfermedad.
Catatonia
La catatonia puede aparecer en el contexto de varios trastornos, no solo en la esquizofrenia. La característica esencial de la catatonia es la marcada alteración psicomotora que puede conllevar una disminución de la actividad motriz; una menor colaboración durante la entrevista o exploración física; y una actividad motora excesiva y peculiar.
Los síntomas de la catatonia pueden variar entre:
- Agitación. Actividad motriz excesiva que parece no tener propósito o causa externa.
- Ausencia de actividad psicomotora.
- Conservación de una postura incomoda contra la gravedad.
- Flexibilidad cérea. Mantenimiento de una posición, incluso si es incómoda, durante varios minutos o más, incluso si se solicita su cambio.
- Ausencia de expresión oral, a pesar de la capacidad aparente para hablar.
- Sin motivo aparente, oposición o ausencia de respuesta a instrucciones o estímulos externos.
- Movimientos repetidos que parecen tener un objetivo, pero que son excesivos en ese sentido.
- Movimiento repetido, anormalmente frecuente, no dirigido hacia un objetivo.
- Imitación del habla de otra persona.
- Imitación de los movimientos de otra persona.
Trastornos depresivos
Los trastornos depresivos se caracterizan por la presencia de un estado de ánimo triste, vacío o irritable, acompañados de cambios físicos y cognitivos (de pensamiento) que afectan significativamente a la capacidad de funcionamiento de la persona. Estos trastornos no solo incluyen la depresión (trastorno depresivo mayor), sino otros trastornos como el trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo, el trastorno depresivo intermitente (distimia) y el trastorno disfórico premenstrual.
Episodio depresivo mayor
El episodio depresivo mayor es una de las bases principales de los trastornos depresivos, pero no es un diagnóstico como tal. Se utiliza como referencia para poder realizar el diagnóstico. Es decir, el paciente debe presentar un episodio depresivo además de otra serie de síntomas para poder realizar el diagnostico de cualquiera de los trastornos del estado de ánimo o de los trastornos bipolares.
Un episodio depresivo mayor se caracteriza por un estado de ánimo depresivo o una pérdida del interés o el placer la mayor parte del día durante al menos dos semanas. Además, este estado de ánimo deprimido debe acompañarse por al menos cinco de los siguientes de síntomas, que generan un malestar significativo:
- pérdida o aumento de peso y apetito;
- problemas para dormir;
- fatiga;
- enlentecimiento psicomotor (es decir, su lenguaje o movimientos físicos pueden mostrar lentitud);
- agitación, que puede expresarse mediante sudoración de las manos, caminar constantemente de un lado a otro, incapacidad para mantenerse quieto, etc.;
- autoestima baja;
- culpa;
- problemas de concentración;
- y/o deseos de muerte e ideas suicidas.
Trastorno de desregulación perturbador del estado de ánimo
El rasgo central del trastorno de desregulación perturbador del estado de ánimo es una irritabilidad crónica, grave y persistente. Esta irritabilidad se manifiesta a través de accesos de cólera frecuentes (que ocurren frecuentemente como respuesta a la frustración) y de un estado de ánimo persistentemente irritable, de enfado crónico o triste.
Trastorno depresivo mayor
El trastorno depresivo mayor es el trastorno clásico y más conocido dentro de este grupo. Se caracteriza por la presencia de episodios depresivos mayores que implican cambios claros en el afecto, la cognición y las funciones neurovegetativas de la persona. Se puede hacer el diagnóstico con la presencia de un solo episodio depresivo, pero lo habitual es que los episodios sean recurrentes.
En cualquier paciente, los síntomas de depresión son muy similares de un episodio a otro. Los pacientes con trastorno depresivo mayor suelen desarrollar un episodio cada cierto tiempo (debe existir un periodo de dos meses o más entre los episodios para que puedan considerarse independientes), y existe evidencia de que la frecuencia de los episodios aumenta con la edad.
Trastorno depresivo persistente (distimia)
El rasgo principal de la distimia es un ánimo deprimido que aparece la mayor parte del día, durante la mayor parte de los días, durante al menos dos años o al menos durante un año en los niños y los adolescentes.
Trastorno disfórico premenstrual
El trastorno disfórico premenstrual se caracteriza por la expresión de labilidad afectiva (cambios de humor), disforia (irritabilidad, enfado, aumento de conflictos interpersonales, estado de ánimo intensamente deprimido, sentimientos de desesperanza o ideas de autodesprecio) y síntomas de ansiedad que aparecen durante la fase premenstrual del ciclo y que remiten alrededor del inicio de la menstruación o poco después.
Además, todos estos síntomas pueden acompañarse de síntomas característicos del episodio depresivo y físicos como hipersensibilidad mamaria, dolor muscular, ganancia de peso y sensación de distensión abdominal.
Trastorno bipolar y trastornos relacionados
Episodio maniaco y episodio hipomaniaco
Un episodio afectivo hace referencia a cualquier periodo en que un paciente se siente feliz (episodio maniaco o hipomaniaco) o triste (episodio depresivo) en un grado anormal.
El episodio depresivo mayor se caracteriza por al menos dos semanas en las que el paciente se siente deprimido (o no puede disfrutar de la vida) y tiene problemas para comer y dormir, sentimientos de culpa, poca energía, dificultad para concentrarse y pensamientos en torno a la muerte.
Por su parte, el episodio maniaco se caracteriza porque durante al menos una semana, la persona se siente eufórica y puede presentar ideas de grandeza, verborrea (hablar en exceso), mostrarse hiperactiva y tender a la distracción. Es decir, es un periodo de tiempo que se puede definir muy claramente en el que la persona presenta un estado de ánimo anormal y persistentemente elevado, expansivo o irritable, y un aumento anormal o persistente de la actividad o la energía que se presenta la mayor parte del día. Durante este episodio, la persona puede implicarse en muchos proyectos nuevos sin conocimiento de la materia y parece que no hay nada que esté fuera del alcance de la persona. Además, suelen presentar una autoestima muy eleva que va desde la elevada autoconfianza hasta una marcada grandiosidad.
Por último, el episodio hipomaniaco es muy similar al episodio maniaco, pero más breve y menos intenso. Las personas que presentan un episodio hipomaniaco se siente eufóricas o irritables y presentan gran energía o actividad, pero estos síntomas presentan una duración menor que en el episodio maniaco y no muestran ninguna disfunción laboral, educativa, social o personal.
Trastorno bipolar I
Este tipo de trastorno describe cualquier trastorno cíclico del estado de ánimo que incluya por lo menos un episodio maniaco, además de cualquier número de episodios (incluso ninguno) de hipomanía o depresión mayor. Es decir, realizaremos este diagnóstico siempre que la persona haya tenido un episodio maniaco, independientemente de si ha tenido, o no, uno o más episodios depresivos o hipomaniacos.
Trastorno bipolar II
Vamos a realizar un diagnóstico de trastorno bipolar II cuando el paciente ha presentado al menos un episodio depresivo mayor y un episodio de hipomanía. Sin embargo, el paciente nunca ha tenido uno o más episodios maniacos (si no, como hemos visto, se realizará el diagnóstico de bipolar I).
Trastorno ciclotímico
El trastorno ciclotímico es una alteración crónica y fluctuante del estado de ánimo que conlleva numerosos periodos de síntomas hipomaniacos y periodos de síntomas depresivos. Sin embargo, estos síntomas son insuficientes para poder hablar de un episodio hipomaniaco o depresivo. Es decir, la persona presenta una alteración importante y persistente del estado de ánimo que se caracteriza por un estado de ánimo elevado, expansivo o irritable, con o sin estado de ánimo deprimido, o disminución notable del interés o placer por todas o casi todas las actividades, pero no se llegan a cumplir los criterios del episodio maniaco, hipomaniaco o depresivo.
Trastornos de ansiedad
Los trastornos de ansiedad son los que comparten características de miedo y ansiedad excesivos, así como alteraciones conductuales asociadas. El miedo es una respuesta emocional a una amenaza inminente, real o imaginaria; mientras que la ansiedad es una respuesta anticipatoria a una amenaza futura. Por su parte, los trastornos de ansiedad se diferencian del miedo o la ansiedad normal por ser excesivos o persistir bastante en el tiempo (6 meses o más) y sobre todo, porque la persona lleva a cabo conductas para protegerse de ese miedo o ansiedad.
Ataque de pánico
Un ataque de pánico es un acceso brusco de miedo o malestar intenso que alcanza su máximo en cuestión de minutos y que se acompaña de una serie de síntomas:
- físicos (palpitaciones; sudoración; temblor; dificultad para respirar; sensación de ahogo; dolor o molestias en el pecho; nauseas o malestar abdominal; sensación de mareo; escalofríos o sensación de calor; sensación de hormigueo o entumecimiento; y desrealización o despersonalización)
- y cognitivos (miedo a perder el control o a “volverse loco” y miedo a morir).
Un ataque de pánico puede surgir tanto estando en calma como de un estado de ansiedad. Sin embargo se suele iniciar de manera abrupta y aumenta con rapidez hasta alcanzar su expresión máxima, aunque suele durar menos de media hora.
Hay dos tipos característicos de ataques de pánico:
- Son aquellos en los que existe un desencadenante, como pueden ser las situaciones en las que previamente han ocurrido ataques de pánico.
- Son aquellos para los que no hay ninguna señal desencadenante en el momento en que aparecen, como puede ser despertarse del sueño en un ataque de pánico.
Trastorno de ansiedad por separación
Durante años, este trastorno se diagnosticaba únicamente en la niñez, sin embargo, se ha visto que también afecta a los adultos.
El trastorno de ansiedad por separación se caracteriza porque la persona desarrolla ansiedad cuando se separa de un progenitor o de alguna otra figura a la se siente apegado. Es decir, la persona presenta una ansiedad excesiva y recurrente ante el alejamiento del hogar o de las personas que se siente vinculado.
Estas personas, además, se preocupan por el bienestar o la muerte de las personas por las que sienten apego, sobre todo cuando se separan de ellas, y sienten la necesidad de conocer dónde están cuando se separan de ellas. Asimismo, las personas con ansiedad por separación se muestran preocupadas por las adversidades que les puedan suceder a ellos mismos, como perderse, ser secuestrados o sufrir un accidente.
Mutismo selectivo
El mutismo selectivo se refiere a los niños que permanecen en silencio excepto cuando están solos o con un grupo pequeño de personas cercanas. Es decir, a pesar de hablar con normalidad en otros momentos, la persona no lo hace en ciertas situaciones.
Las características asociadas al mutismo selectivo son: timidez excesiva; miedo a la humillación social; aislamiento y retraimiento social; juntarse a otros; rasgos compulsivos; negativismo y pataletas o comportamiento controlador o negativista.
Fobia específica
La fobia específica se caracteriza porque los pacientes sienten temores injustificados a objetos o situaciones específicos.
Las más habituales son las fobias a:
- la sangre;
- a los animales;
- las alturas;
- viajes en avión;
- enclaustramiento;
- y las tormentas eléctricas.
La ansiedad, que aparece cuando la persona se expone a uno de estos estímulos, puede manifestarse por medio de un ataque de pánico o una sensación más generalizada de ansiedad.
El nivel de miedo o ansiedad experimentado puede variar dependiendo de lo próximos que estemos al objeto o situación temida y puede ocurrir como anticipación del mismo (ansiedad anticipatoria) o en presencia real del objeto o situación.
Trastorno de ansiedad social (fobia social)
Este trastorno se caracteriza porque la persona presenta un intenso miedo a las situaciones sociales en las que puede ser analizado o evaluado por los demás. La ansiedad excesiva se vincula a circunstancias donde otros podrían observar de cerca al paciente, como hablar o actuar en público, comer o beber, escribir o hablar con otra persona. Debido a que estas actividades casi siempre provocan un temor exagerado a la vergüenza o al rechazo social, la persona evita estas situaciones o las enfrenta con gran ansiedad.
Trastorno de pánico
El trastorno de pánico es un trastorno de ansiedad frecuente en el que la persona experimenta ataques de pánico inesperados y le preocupa que pueda sucederle otro y por eso trata de evitar el desarrollo de ataques adicionales tomando medidas (que suelen ser ineficaces) como abandonar algunas actividades o evitar acudir a sitios en los que los ataques de ansiedad han ocurrido.
Agorafobia
La mayoría de las personas creen que la agorafobia hace referencia a padecer un miedo intenso a los lugares abiertos. Sin embargo esto no es realmente así. La agorafobia se refiere al temor que algunas personas sienten ante cualquier situación embarazosa o lugar del que parezca difícil escapar, o donde pudiera no haber ayuda disponible en caso de que se desarrollaran síntomas de ansiedad. Estas situaciones pueden ser el uso de transporte público, estar en espacios abiertos o cerrados, hacer cola o estar en medio de una multitud y/o estar solo fuera de casa.
Las personas que tiene agorafobia pueden llegar a evitar por completo el lugar o la situación temidos; o bien, en caso de necesitar enfrentarlos, sufren ansiedad intensa o requieren la presencia de un acompañante.
Trastorno de ansiedad generalizada
La característica esencial del trastorno de ansiedad generalizada es una ansiedad y una preocupación excesivas acerca de una serie de acontecimientos o actividades (salud, problemas familiares, dinero, trabajo, etc.) que da lugar a una serie de malestares físicos o mentales: tensión muscular; inquietud; tendencia al cansancio y la irritabilidad; problemas de concentración; y problemas de sueño.
La intensidad, la duración o la frecuencia de la ansiedad y la preocupación son desproporcionadas al problema o al impacto real del suceso anticipado.
Trastorno obsesivo compulsivo y trastornos relacionados
En este apartado se recogen todos aquellos trastornos que tienen en común pensamientos invasivos y comportamientos repetitivos que hacen que la persona pierda su tiempo en ellos. Antes, el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) se incluía dentro de los trastornos de ansiedad, sin embargo, se ha visto que los trastornos que se ha unificado en este apartado están relacionados entre sí ya que todos se caracterizan por preocupaciones y conductas repetitivas o actos mentales en respuesta a las preocupaciones. Todos presentamos preocupaciones en algún momento, pero en el caso de estos trastornos las preocupaciones y rituales son más excesivos o persistentes de lo normal.
Trastorno obsesivo compulsivo
La característica principal del TOC es la presencia de obsesiones y compulsiones. Las obsesiones son pensamientos, creencias o ideas recurrentes y persistentes que generan malestar o ansiedad en la persona que las padece. Las compulsiones, por su parte, son conductas o actos mentales que la persona lleva a cabo de manera repetitiva para reducir el malestar que le generan las obsesiones.
Existen diferentes patrones de TOC:
- De limpieza. Existe un temor a la contaminación que lleva a la persona a un lavado excesivo de manos.
- De comprobación. Se caracteriza a un temor a que ocurra alguna catástrofe que obliga a la persona a que verifique de manera excesiva si ha realizado algo (apagar las luces, comprobar si ha cerrado la puerta, apagar el gas, etc.).
- De orden. En este caso, es imprescindible que todo esté ordenado, arreglado y en su sitio.
- Rumiadores. La persona realiza rituales encubiertos, es decir, a través del un pensamiento determinado, bloquea el malestar.
Trastorno dismórfico corporal
Este trastorno se caracteriza porque las personas se preocupan de que algo está mal en la forma o el aspecto de alguna parte de su cuerpo. Son personas que se ven feas, poco atractivas, anormales o deformes. De hecho, la percepción de estos defectos no es observable por las demás personas. Pero debido a que el paciente percibe un defecto físico minúsculo y, en ocasiones, inexistente, se va a observar de manera repetida en el espejo o hará comparaciones mentales con otras personas.
Trastorno por acumulación
Este trastorno hace referencia a la acumulación de objetos sin valor que carecen de uso práctico. Las personas que lo padecen tienen una urgencia inevitable de acumular cosas y experimentan un excesivo malestar al tratar de tirar, vender, regalar o reciclar estas posesiones.
Los motivos de la acumulación pueden ser variados. Sin embargo, independientemente del factor que impulse la acumulación, el espacio de vida de la persona queda atestado.
Tricotilomanía (Trastorno de arrancarse el pelo)
Este trastorno se caracteriza por el arrancamiento repetido del propio pelo, que da lugar a alopecia en parches e intentos por controlar esta conducta.
Este acto de arrancarse el pelo puede afectar a cualquier región del cuerpo en la que crezca pelo, aunque lo más frecuente es que se dé en el cuero cabelludo, las cejas y los parpados. No obstante, aunque es menos frecuente, estas personas también pueden arrancarse el vello de las axilas, la cara, el pubis y el de las regiones perirrectales.
Trastorno de excoriación (dañarse la piel)
Este trastorno, que hasta el DSM 5 no se consideraba como un trastorno mental, suele iniciarse en la adolescencia. Se caracteriza porque los pacientes pueden pasarse gran parte del tiempo rascándose la piel. Los sitios más frecuentes son la cara y los brazos y manos. Pero, muchas personas eligen múltiples partes del cuerpo.
Las personas con este trastorno pueden rascarse la piel sana, las irregularidades menores de la piel y las lesiones (granos o callos) o las costras de anteriores rascados. Además, del rascado pueden haber frotamiento, presión, punción y mordedura de la piel.
Trastorno de síntomas somáticos y trastornos relacionados
Todos los trastornos de este grupo comparten como característica principal la importancia de los síntomas somáticos asociados con un malestar y un deterioro significativos. Estas personas con frecuencia creen que en ellos hay algo mal y está creencia les genera gran ansiedad y disfunción.
Distintos tipos de problemas pueden sugerir un trastorno de síntomas somáticos:
- Dolor excesivo o crónico.
- Síntomas conversivos, es decir, cambios del funcionamiento del organismo cuando no es posible encontrar una anomalía física o fisiológica que los explique.
- Síntomas crónicos múltiples que parecen carecer de una explicación adecuada.
- Malestares que no mejoran.
- Preocupación excesiva en torno a la salud o al aspecto corporal.
Trastorno de síntomas somáticos (somatización)
La somatización o trastorno de síntomas somáticos se caracteriza por la preocupación relativa a uno o más síntomas somáticos que conduce al paciente a expresar un nivel intenso de ansiedad por su salud, al invertir un tiempo excesivo en los cuidados de la salud o preocuparse en extremo en cuanto a la gravedad de los síntomas.
Las personas con este trastorno tienden a tener niveles muy elevados de preocupación por la enfermedad. Evalúan indebidamente sus síntomas corporales y los consideran amenazadores, perjudiciales o molestos, y a menudo piensan lo peor sobre su salud. Incluso cuando hay pruebas de lo contrario, algunos pacientes todavía temen que sus síntomas sean graves.
Trastorno de ansiedad por enfermedad (hipocondría)
Las personas con trastorno de ansiedad por enfermedad muestran una preocupación terrible ante la posibilidad de padecer una enfermedad grave. Además, su ansiedad persiste a pesar de que exista evidencia médica que indique que no padece una enfermedad.
Una evaluación completa no logra identificar una afección médica seria que justifique las preocupaciones de la persona. Pese a que la preocupación se podría deber a la señal o sensación física no patológica, la angustia de la persona no proviene fundamentalmente de la propia dolencia física, sino más bien de su ansiedad sobre la importancia, el significado o la causa de dicha dolencia.
Trastorno por conversión (trastorno de síntomas neurológicos funcionales)
El trastorno conversivo se caracteriza porque el síntoma del paciente desde una perspectiva clínica, parece incongruente con cualquier enfermedad médica o conocida. Un ejemplo podría ser la “anestesia en calcetín” en la que la persona refiere adormecimiento del pie que termina de manera abrupta en una línea que circunda la pierna.
En este trastorno puede haber uno o más síntomas de diversos tipos:
- Motores: debilidad o parálisis, movimientos anormales, alteraciones de la marcha y postura anormal de los miembros.
- Sensoriales: alteración, reducción o ausencia de sensibilidad en la piel, la vista o el oído.
- Episodios de sacudidas anormales generalizadas que afectan a una extremidad, con una alteración aparente o una pérdida de la conciencia.
- Episodios de falta de respuesta que se asemejan al síncope o al coma.
- Reducción o ausencia de la voz (disfonía/afonía), la articulación alterada (disartria) y la sensación de nudo en la garganta (globo).
Trastorno facticio
Los pacientes con trastorno facticio simulan que tienen una enfermedad determinada aunque en realidad no presentan síntomas reales. Su objetivo principal es asumir el rol de enfermo. Este trastorno es más sencillo de detectar cuando el paciente hace referencia a síntomas físicos. Sin embargo, refieren síntomas psicológicos (depresión, alucinaciones, ansiedad, ideas suicidas, etc.) es muy difícil de detectar ya que los síntomas mentales son muy subjetivos.
Trastorno somatomorfo indiferenciado
Trastorno por dolor
Trastornos relacionados con traumas y factores de estrés
Estos problemas son trastornos en los que la exposición a un evento traumático aparece de manera explícita. Es decir, el malestar psicológico del paciente aparece tras la exposición a un evento traumático o estresante.
Trastorno de apego reactivo
Este trastorno se caracteriza por un patrón de conductas de apego notablemente alterado e inadecuado para el desarrollo, en el que el niño raramente recurre a una figura de apego para su comodidad, apoyo, protección y crianza. Es decir, la característica esencial del trastorno de apego reactivo es la ausencia de apego o un apego muy poco desarrollado entre el niño y sus cuidadores adultos.
Trastorno de la relación social desinhibida
La relación social desinhibida hace referencia a un patrón de comportamiento que implica una conducta culturalmente inapropiada, demasiado familiar con personas relativamente extrañas.
Trastorno de estrés postraumático
La característica esencial del trastorno de estrés postraumático (TEPT) es el desarrollo de síntomas específicos tras la exposición a uno o más eventos traumáticos.
Las manifestaciones clínicas del estrés postraumático varían de unas personas a otras: en algunas personas hay una reexperimentación del miedo y predominan los síntomas emocionales y de comportamiento; en otras, aparecen la anhedonia (incapacidad para sentir placer) o los estados de ánimo desagradables o molestos (estado de ánimo disfórico) y las cogniciones negativas; en otras personas, sobresalen la excitación y la externalización de síntomas reactivos; mientras que en otras aparecen síntomas disociativos.
Sea como sea, a consecuencia del evento traumático o estresante, durante muchas semanas o meses, estas personas:
- Reviven de forma repetida el evento, con sueños o pesadillas o en imágenes mentales invasivas.
- Toman medidas para evitar ese recuerdo: dejan de ver películas o programas de televisión, de leer sobre temas relacionados, etc.
- Presentan un estado de ánimo bajo.
- Experimentan síntomas fisiológicos como irritabilidad, estado de alerta excesivo, problemas de concentración, insomnio o respuestas de sobresalto intensas.
Trastorno de estrés postraumático en menores de 6 años
Este trastorno es similar al TEPT en adultos. Se caracteriza porque, en niños menores de 6 años, hay una exposición a un evento traumático que genera recuerdos angustiosos recurrentes; sueños o pesadillas recurrentes relacionados con el evento; y reacciones disociativas en las que el niño siente o actúa como si se repitiera el suceso traumático. Todo esto provoca que el niño:
- Evite actividades, lugares o personas que despierten el recuerdo de esos sucesos.
- Presente alteraciones cognitivas como un aumento de emociones negativas, pérdida importante del interés en el juego, comportamiento social retraído, disminución de las emociones negativas.
- Comportamiento irritable y arrebatos de furia.
- Experimentan síntomas fisiológicos como hipervigilancia, respuesta de sobresalto exagerada, problemas de concentración o problemas de sueño.
Trastorno de estrés agudo
Este trastorno se caracteriza porque la persona ha vivido un evento traumático o estresante y como consecuencia, hasta un mes, la persona experimente muchos síntomas, como pensamientos invasivos o pesadillas, experiencias disociativas, sensación de irrealidad, incapacidad para experimentar alegría o amor, amnesia, etc. Además, de poder presentar irritabilidad, alerta extrema, problemas de concentración, insomnio o respuestas de sobresalto intensa.
Lo que distingue el trastorno de estrés agudo del TEMP es la duración de los síntomas a lo largo del tiempo. Mientras que en el estrés agudo los síntomas no permanecen más de un mes, en el trastorno de estés postraumática los síntomas duran más de este tiempo.
Trastorno de adaptación
El trastorno adaptativo se caracteriza por la presencia de síntomas emocionales o comportamentales en respuesta a un factor de estrés identificable (el fin de una relación de pareja, dificultades en el trabajo o los problemas maritales, por ejemplo). Es decir, en este trastorno, un factor de estrés hace que la persona desarrolle síntomas de depresión, ansiedad o de conducta; sin embargo, la respuesta es excesiva a lo que se esperaría en la mayor parte de las personas en circunstancias similares.
Trastornos disociativo
La disociación de produce cuando un grupo de procesos mentales normales se separan del resto. ¿Esto qué quiere decir? Básicamente, que algunos pensamientos, sentimientos o comportamientos de la persona quedan libres de la conciencia y el control.
Los trastornos disociativos se caracterizan por una interrupción y/o discontinuidad en la integración normal de la conciencia, la memoria, la identidad propia, la emoción, al percepción, la identidad corporal, el control motor y el comportamiento. En definitiva, los síntomas disociativos pueden alterar posiblemente todas las áreas de funcionamiento psicológico.
Estos síntomas pueden a aparecer con frecuencia como consecuencia de traumas y generalmente son experimentados como:
- Intrusiones espontaneas en la conciencia y el comportamiento (despersonalización o desrealización).
- La incapacidad para acceder a la información o de controlar las funciones mentales que normalmente son fácilmente accesibles o controlables (amnesia).
Trastorno de identidad disociativo
Este trastorno, también conocido como trastorno de personalidad múltiple, se caracteriza porque el paciente parece tener por lo menos dos personalidades independientes bien definidas, cada una con atributos específicos de estado de ánimo, percepción, recuerdo y control del pensamiento y de la conducta. No obstante, la manifestación, o no, de estos estados de personalidad varía en función de la motivación psicológica, el nivel actual de estrés, la cultura, los conflictos internos y dinámicos y la tolerancia emocional de la persona.
Amnesia disociativa
La amnesia disociativa se caracteriza por la incapacidad para recordar información importante autobiográfica que debe almacenarse con éxito en la memoria y que normalmente sería recordada fácilmente.
Se puede manifestar de tres maneras diferentes:
- Incapacidad para recordar hechos durante un periodo restringido de tiempo.
- La persona puede recordar algunos, pero no todos, los eventos durante un periodo de tiempo circunscrito.
- Es la pérdida total de la memoria que abarca toda la vida de la persona.
- La persona pierde la memoria para una categoría específica de información.
- A la persona se le olvida cada nuevo evento que ocurre desde un acontecimiento determinado hasta la actualidad.
Fuga disociativa
La fuga disociativa se caracteriza porque la persona con amnesia sale de su hogar de manera súbita. Esto suele ocurrir tras un estrés intenso y la persona pude experimentar desorientación y una sensación de perplejidad. Algunos pacientes asumen una identidad y nombre nuevos y, durante meses pueden incluso llegar a trabajar en un trabajo nuevo.
Trastorno de despersonalización/desrealización
Las características esenciales del trastorno de despersonalización/desrealización son episodios persistentes o recurrentes de despersonalización, desrealización o ambas.
La despersonalización puede definirse como una sensación de separación o desprendimiento de uno mismo. Se caracterizan por una sensación de irrealidad o extrañeza, o un distanciamiento de uno mismo en general, o de algunos aspectos del yo.
La desrealización es un sentimiento de que el mundo exterior es irreal o extraño. La persona puede percibir que la forma o el tamaño de los objeto está modificado o que otras personas parecen robotizadas o incluso muertas. Sin embargo, el paciente siempre tiene la conciencia de que tan sólo se trata de un cambio de percepción y que el mundo, en sí mismo, sigue igual.
Disfunciones sexuales
Las disfunciones sexuales son casi todas muy frecuentes y se caracterizan por una alteración en cualquiera de las fases de la respuesta sexual (excitación, meseta, orgasmo y resolución) o por dolor asociado con la realización del acto sexual.
Respuesta sexual humana
Hasta la aparición del libro de Masters y Johnson, la respuesta sexual solo se estudiaba en animales por motivos éticos. Estos autores realizaron una investigación con una muestra de más de 600 hombres y mujeres, utilizando una serie de instrumentos para medir las respuestas fisiológicas, y describiendo cuatro etapas en el ciclo de la respuesta sexual. Estas etapas vienen determinadas por dos procesos fundamentales: la vasodilatación de una zona determinada y la contracción muscular en el área genital y el resto del cuerpo.
Las fases de la respuesta sexual no están en la práctica tan bien delimitadas, y pueden variar de un individuo a otro; pero tal como lo plantean, establecieron cuatro fases:
- Excitación. Es el inicio de los cambios fisiológicos que señalan la respuesta del organismo ante la estimulación sexual física o psicológica.
- Incremento importante de la tensión sexual con elevados niveles de miotonia y vasocongestión.
- Descarga explosiva de la tensión neuromuscular de forma involuntaria y repentina cuando la estimulación alcanza su máxima intensidad.
- Resolución. Pérdida progresiva de la tensión sexual y vuelta gradual del organismo al estado previo a la fase de excitación.
La descripción de estas fases se ha centrado en los cambios fisiológicos, debido a que son más fáciles de observar y medir, no presentándose tanta atención a las dimensiones emocionales psicológicas. Tras la observación de que, para que comiencen estos cambio, es necesaria cierta disposición en la persona, y la estimulación es insuficiente por sí sola, autores como Kaplan, introducen una primera “fase de deseo”; una fase en la que los cambios fisiológicos no son tan evidentes, pero en la que se dan cambios psicológicos sin cuya existencia es muy difícil que aparezca una respuesta como la descrita.
Eyaculación retardada
Este problema se caracteriza por un retraso marcado o la incapacidad para alcanzar la eyaculación. Es decir, el hombre tiene erecciones sin dificultad pero muestran problemas para eyacular a pesar de la presencia de la estimulación sexual adecuada y el deseo de eyacular.
Trastorno eréctil
Este trastorno, también conocido como impotencia, es quizás el trastorno con mayor prevalencia en el varón. Es decir, es uno de los problemas sexuales porque el que más hombres acuden a consulta.
El trastorno eréctil se caracteriza porque la erección es insuficiente para permitir un coito satisfactorio. Es decir, existe un fracaso repetido para conseguir o mantener la erección durante la actividad sexual en pareja. Los síntomas pueden aparecer sólo en situaciones concretas que implican determinados tipos de estimulación o de pareja, o pueden ocurrir de manera generalizada en todo tipo de situaciones, estimulaciones o parejas.
Trastorno orgásmico femenino
El trastorno orgásmico femenino se caracteriza por una dificultad para experimentar el orgasmo o una marcada disminución en la intensidad de las sensaciones orgásmicas.
En general, las mujeres muestran una amplia variabilidad en el tipo o intensidad de la estimulación que les produce un orgasmo. Del mismo modo, las descripciones subjetivas del orgasmo son extremadamente variadas, lo que sugiere que éste se experimenta de maneras muy distintas en las diferentes mujeres y, en la misma mujer, en diferentes ocasiones. Por eso, para poder diagnosticar este trastorno, los síntomas deben sucederse en todas o casi todas las ocasiones de la actividad sexual y debe tener una duración mínima de unos seis meses.
Trastorno interés/excitación sexual femenino
El interés o la excitación sexuales escasos en una mujer se ponen de manifiesto ante una atracción mínima por la actividad sexual, los pensamientos eróticos, la respuesta a las propuestas de la pareja y el disfrute del sexo. Además, por lo general, la mujer no da pie a la actividad sexual y no “se excita” con lecturas, películas u otros materiales eróticos.
Este trastorno engloba dos diagnósticos antes independientes en el DSM-IV TR:
- el trastorno de deseo sexual hipoactivo femenino
- y el trastorno de la excitación sexual en la mujer.
Éstos se combinaron porque en la mujer existe una sobreposición entre el deseo y la excitación: en primer lugar, se considera el deseo como el componente cognitivo de la excitación; por otro lado, una fase no siempre precede a otra, su interrelación depende de la persona; y por último, el tratamiento del deseo escaso también favorece a la excitación.
Trastorno de dolor genito-pélvico-penetración (dispareunia y vaginismo)
Este trastorno engloba las categorías de dispareunia y vaginismo del DSM-IV TR, que se combinaron debido a que no podían diferenciarse de manera confiable.
Se caracteriza porque algunas mujeres experimentan malestar intenso al tratar de practicar el coito. El dolor puede experimentarse como una contracción similar a un calambre en los músculos vaginales (vaginismo) que puede describirse como dolor sordo, punzante o agudo. La ansiedad puede generar tensión en el piso pélvico, y traer consigo un dolor de intensidad suficiente para impedir la consumación del coito (en ocasiones, durante años). Pronto, la ansiedad sustituye al placer sexual. Algunas pacientes ni siquiera pueden utilizar tampones; se requiere anestesia para llevar a cabo una exploración vaginal.
Trastornos de deseo sexual hipoactivo en el varón
Se sabe poco a cerca del interés sexual y el deseo escasos en el varón, en comparación con esas situaciones en la mujer. Esto en parte se debe de la presunción infundada de que es un problema infrecuente.
El deseo sexual hipoactivo se caracteriza por que el varón carece de pensamientos o deseos eróticos relaticos a la actividad sexual. Este trastorno puede ser primario o adquirido.
- El tipo primario (con una frecuencia menor) se vincula con algún tipo de secreto sexual (como vergüenza en torno a la orientación sexual, algún trauma sexual previo, o quizá la preferencia de la masturbación a las relaciones sexuales con una pareja).
- El tipo adquirido corresponde al patrón más frecuente. A menudo se desarrolla como consecuencia de disfunciones para la erección o la eyaculación (precoz o tardía). A su vez, éstas pueden derivar de etiologías diversas: diabetes, hipertensión, consumo de sustancias, trastornos del estado de ánimo o ansiedad, o en ocasiones falta de intimidad con una pareja. De manera independiente a su origen, la confianza del hombre en su capacidad para desarrollar o mantener una erección (o satisfacer a su pareja) cede ante un patrón de ansiedad anticipada y falla.
Eyaculación prematura (precoz)
La eyaculación precoz se caracteriza porque el varón alcanza el clímax antes de desearlo. Es decir, la eyaculación tiene lugar antes o poco tiempo después de la penetración vaginal. No tenemos datos fijos para determinar el criterio de duración. Es decir, ¿qué tiempo se considera prematuro? ¿Un minuto? ¿10 minutos? De manera independiente a la duración, el clímax genera decepción y una sensación de fracaso en los miembros de la pareja.
El estrés en una relación puede exacerbar la condición; y, por supuesto, la ansiedad suele ser un factor contribuyente.
Disforia de género
La disforia de género hace referencia al malestar que puede acompañar a la incongruencia entre el género experimentado o expresado por un sujeto y el género asignado (identificación inicial de la persona como varón o mujer). Aunque no todas las personas presentan malestar como consecuencia de tal incongruencia, muchos presentan malestar si no pueden acceder a las intervenciones físicas mediante hormonas y/o cirugía deseadas por la persona.
Disforia de género en adolescentes y adultos
Los pacientes adultos con disforia de género se sienten muy incómodos en su propio rol de género asignado. Algunos, incluso, detestan sus genitales. Desean vivir como miembros del otro género y muchos de ellos adoptan la vestimenta y los modales del género opuesto.
La característica esencial de la disforia de género en adolescentes o adultos es que existe una disparidad intensa entre el género nominal (natal) y el que el paciente experimenta con una sensación de pertenencia. Esto pude expresarse como un rechazo o un deseo de no contar con las características sexuales propias o tener aquellas de las personas el género opuesto.
Disforia de género en la infancia
En la población general, un porcentaje bajo de niños desea pertenecer al género contrario. Si bien los comportamientos del género opuesto suelen iniciarse a los tres años, el paciente, por lo general, no es referido hasta años después.
Las características esenciales de la disforia de género en niños son similares a las que se identifican en el adulto, pero con manifestaciones propias de la edad. De esta manera, en su deseo intenso de pertenecer al género opuesto, los niños pueden insistir en que eso es lo que son: prefieren la ropa, los juguetes, los juegos, los compañeros de juego y los roles de fantasía del género opuesto y rechazan los del propio; también pueden decir que odian sus propios genitales y que desean los que no tienen.
Trastornos parafílicos
Las parafilias incluyen distintos comportamientos sexuales que la mayor parte de la gente rechaza por resultarles desagradables, inusuales o anormales.
Voyeurismo
El paciente desarrolla excitación sexual mientras observa a una persona, que desconoce su presencia, mientras se desviste o tiene actividad sexual, y ha cedido a tal pulsión en ocasiones repetidas, o experimentado tensión o disfunción por ello.
Exhibicionismo
La persona se excita por la exposición de sus genitales a un extraño que no lo espera y ha actuado de manera repetida por ese impulso.
Frotteurismo
La persona desarrolla excitación sexual al frotarse contra una persona que no ha consentido a ello, y ha cedido en forma repetida ante ese impulso.
Masoquismo sexual
El paciente logra la excitación sexual de manera recurrente al ser golpeado, inmovilizado o humillado o sometido a sufrimiento de cualquier otra forma y que se manifiesta por fantasías, deseos irrefrenables o comportamientos.
Sadismo sexual
El paciente, que desarrolla excitación sexual ante el sufrimiento físico o psicológico de otra persona, y que se manifiesta por fantasías, deseos irrefrenables o comportamientos.
Pedofilia
La pedofilia se caracteriza por la presencia de una excitación sexual intensa y recurrente derivada de fantasías, deseos sexuales irrefrenables o comportamientos que implican la actividad sexual con uno o más niños prepúberes (generalmente menores de 13 años).
Fetichismo
La persona desarrolla excitación sexual con objetos inanimados (como zapatos o ropa interior) o partes corporales distintas a los genitales (como los pies) y percibe tensión o discapacidad al pensar en ello.
Travestismo
La persona presenta excitación sexual intensa y recurrente derivada del hecho de travestirse, que se manifiesta por fantasías, deseos irrefrenables o comportamientos.
Trastornos de la conducta alimentaria
Los trastornos de la conducta alimentaria se caracterizan por una alteración persistente en la alimentación o en el comportamiento relacionado con la alimentación que conlleva a una alteración en el consumo o en la absorción de los alimentos y que causa un deterioro significativo de la salud física o el comportamiento psicosocial.
Trastorno de evitación/restricción de la ingestión de alimentos
Sin que existan anomalías relativas a la autoimagen, el paciente consume muy poca comida para mantener una nutrición o un peso apropiados. Como consecuencia, la persona puede llegar a requerir alimentación por sonda o complementación nutricional.
Para poder hacer el diagnóstico de este trastorno, el paciente debe presentar una pérdida de peso significativa, una deficiencia nutritiva significativa (u otro defecto sobre la salud), dependencia de la alimentación enteral o de suplementos nutricionales orales, o una marcada interferencia en el funcionamiento psicosocial.
Anorexia nerviosa
La anorexia nerviosa reconocida durante casi 200 años se caracteriza porque la persona mantiene un peso corporal que está por debajo del nivel mínimo normal para su edad, sexo, fase de desarrollo y salud física.
Podemos encontrar tres componentes principales:
- Limitación del consumo alimentario hasta el punto de que existe una reducción intensa del peso corporal.
- Persiste una preocupación exagerada respecto de la obesidad o de la ganancia de peso.
- Alteración de la forma de percibir el peso y la constitución propios.
Bulimia nerviosa
Estas personas, en respuesta a los sentimientos de depresión o estrés, devoran los alimentos y consumen cantidades muy superiores a las de una comida normal. Más tarde, se dirigen al baño y vomitan todo.
Hay tres características principales de la bulimia nerviosa:
- Los episodios recurrentes de atracones.
- Comportamientos compensatorios inapropiados y recurrentes para evitar el aumento de peso.
- Autoevaluación que se ve influida por el peso y la constitución corporal
Trastorno por atracón
El paciente pierde el control y consume en atracones una cantidad mucho mayor de alimento que la normal en un tiempo similar. Durante un atracón, la persona come demasiado rápido y demasiada cantidad, sin embargo, después no lleva a cabo conductas compensatorias destinadas a encubrir el consumo excesivo de comida.
Trastornos del sueño-vigilia
El sueño es una conducta básica en las personas. Sin embargo, algunas personas presentan insatisfacción en la calidad, horario y cantidad del sueño. Y, como consecuencia a esto, estas personas presentan malestar durante el día y deterioro significativo.
Los especialistas en el sueño dividen los trastornos en disomnias y parasomnias. Un paciente con disomnia duerme poco, demasiado o en un momento inapropiado, pero el sueño en sí es normal. Sin embargo, en una parasomnia, la calidad, la cantidad y la hora del sueño son esencialmente normales, sin embargo, ocurre algo anormal durante el periodo de sueño o durante los periodos en los que el paciente se está quedando dormido o despertando; durante el sueño y las transiciones entre el sueño y la vigilia se activan procesos motores, cognitivos o del sistema nervioso autónomo.
Insomnio
Se caracteriza por la reducción de la capacidad de dormir como consecuencia de factores psicológicos, biológicos y/o ambientales. La necesidad de sueño de cada persona viene determinada por la edad, sexos, patrones de sueño, etc. Es por esto que se debe valorar en cada caso particular qué malestar supone esta disminución del sueño. Es decir, el insomnio es una queja subjetiva, es la persona la que no está satisfecha con su sueño.
Hipersomnia
La hipersomnia es un problema que se caracteriza por dormir en exceso. Muchas personas que duermen toda la noche pueden dormitar varias veces al día siguiente. Sin embargo no solo hay que tener en cuenta la somnolencia excesiva para hacer un diagnóstico, sino también la impresión subjetiva de este problema.
Las personas que sufren este trastorno sienten necesidad de dormir durante el día, a pesar de la cantidad suficiente o incluso incrementada de sueño nocturno; y presentan una incapacidad más o menos grave para mantenerse despiertos y alerta durante algunas situaciones que se presentan durante la vigilia.
Narcolepsia
La narcolepsia se caracteriza por ataques de sueño reparador irresistibles que aparecen diariamente. Además de la somnolencia diurna, la gente con narcolepsia experimenta cataplexia, es decir, una pérdida súbita del tono muscular. La cataplexia se da mientras la persona está despierta y puede oscilar entre una ligera debilidad de los músculos faciales hasta un colapso físico completo.
Hay otras dos características que distingue a las personas con narcolepsia. Suelen informar de una parálisis del sueño. Es decir, un breve periodo tras despertarse en el que no pueden moverse o hablar y que a menudo es aterrador para quienes pasan por ello. Y por otro lado, presentan alucinaciones que comienzan al principio del sueño, y con frecuencias aterradoras e increíblemente realistas.
Trastornos del sueño relacionado con la respiración
Apnea o hipoapnea obstructiva del sueño
El termino apnea hace referencia a la ausencia total de flujo aéreo, mientras que la hipopnea se refiere a la reducción en el flujo aéreo. Cada apnea o hipopnea representa una reducción en la respiración de al menos 10 segundos de duración en adultos o dos respiraciones perdidas en los niños; y se asocia con descensos de la saturación de oxigeno.
En resumen, este trastorno se caracteriza por episodios repetidos de obstrucción de las vías aéreas altas (faríngeas) durante el sueño. El paciente refiere somnolencia diurna que deriva de problemas respiratorios nocturnos: pausas (con frecuencia, prolongadas) de la respiración, seguidas por ronquidos o aspiraciones forzadas ruidosas.
Apnea central del sueño
Se caracteriza por episodios repetidos de apneas o hipopneas durante el sueño, causados por la variabilidad del esfuerzo respiratorio. A diferencia del trastorno anterior en los que los tejidos de la boca y la faringe impiden el flujo normal del aire; en la apnea central del sueño la persona simplemente deja de hacer algún esfuerzo para respirar (es como si el diafragma “se tomara un descanso”).
Hipoventilación relacionada con el sueño
Se caracteriza porque la polisomnografía (prueba que consiste en el registro de la actividad cerebral, de la respiración del ritmo cardiaco, de la actividad muscular y de los niveles de oxigeno en sangre mientras se duerme) pone de manifiesto episodios de disminución de la respiración asociados a una elevación de la concentración de dióxido de carbono.
Trastorno del ritmo circadiano del sueño-vigilia
Se caracteriza por un patrón continuo o recurrente de interrupción del sueño que se debe principalmente a una alteración del sistema circadiano o a un alineamiento defectuoso entre el ritmo circadiano endógeno y la sincronización sueño-vigilia necesarios según el entorno físico del individuo o el horario social o profesional del mismo. Es decir, este trastorno provoca que aparezcan insomnio o hipersomnolencia debido a una falta de correspondencia recurrente entre el patrón sueño-vigilia del paciente y las demandas ambientales.
Parasomnias
Como hemos dicho, las parasomnias se caracterizan por una conducta anormal o por acontecimientos fisiológicos que tienen lugar durante el sueño, como pesadillas o sonambulismo.
Trastorno del despertar del sueño no REM
La característica esencial es la presencia repetida de despertares incompletos y breves que generalmente se inician durante el primer tercio del periodo principal del sueño. En algunas personas suele aparecer sonambulismo o terrores nocturnos.
Sonambulismo
La característica esencial del sonambulismo es la presencia de episodios repetidos de conducta motora compleja que se inicia durante el sueño. Entre estas conductas suelen encontrarse levantarse de la cama y caminar.
Durante estos episodios, la persona tiene menos estado de alerta y de comunicación, tiene la mirada en blanco y falta de comunicación relativa con otras personas o insensibilidad a los esfuerzos de los demás para despertarle. Si se le despierta durante el episodio (o al despertarse a la mañana siguiente), el sujeto apenas se acuerda.
Terrores nocturnos
Se caracterizan por la presencia repetida de despertares bruscos que comienzan normalmente con un grito de pánico o llanto. La persona se suele sentar súbitamente en la cama gritando o llorando, con una expresión aterrorizada y signos de ansiedad intensa.
Durante el episodio es difícil despertar o consolar a la persona y tras despertarse no son capaces de recordar el sueño que tenían.
Trastorno de pesadillas
El paciente en forma repetida despierta, de forma instantánea y por completo, por tener sueños terribles que se recuerdan en detalle espeluznante. Las pesadillas son prolongadas, elaboradas, con secuencias de imágenes en forma de historias que parecen reales y provocan ansiedad, miedo u otras emociones que generan malestar.
Trastornos del comportamiento del sueño REM
El paciente cursa con episodios recurrentes de despertar durante el sueño, que se acompañan por gritos o expresiones orales, o bien por acciones físicas que pueden lesionar al paciente o al compañero de cama. Estos síntomas a menudo están relacionados con el contenido del sueño. Los despertares subsecuentes tienden a ser plenos. Puesto que ocurren durante el sueño REM, estos episodios tienden a ocurrir una vez que la persona ha permanecido dormida durante un buen rato, y no durante las siestas.
Síndrome de piernas inquietas
El síndrome de piernas inquietas es un trastorno del sueño sensoriomotor y neurológico que se caracteriza por un deseo de mover las piernas o los brazos normalmente asociado a sensaciones incómodas que se describen normalmente como calambres, cosquilleo, hormigueo, quemazón o picor.
Trastornos disruptivos, del control de impulsos y de la conducta
Este grupo de trastornos incluyen afecciones que se manifiestan con problemas en el autocontrol del comportamiento y las emociones. Esto se traduce en conductas que violan los derechos de los demás o llevan al individuo a conflictos importantes frente a las normas de la sociedad o las figuras de autoridad.
Trastorno negativista desafiante
La característica principal del trastorno negativista desafiante es un patrón frecuente y persistente de enfado/irritabilidad y discusiones o actitudes desafiantes o vengativas.
Estos pacientes, con frecuencia, se muestran iracundos e irritables, y tienden a la sensibilidad y al temperamento explosivo. Desobedecen a figuras de autoridad o discuten con ellas, y pudieran rehusarse a cooperar o seguir las reglas tan solo por molestar. En ocasiones culpan a otros de algo que ellos mismos hacen.
Trastorno explosivo intermitente
El paciente muestra brotes frecuentes, repetidos y espontáneos de agresividad (verbales o físicos) o explosiones físicas menos frecuentes con lesión a personas, daño de la propiedad o a los animales. Estas explosiones no son planeadas, carecen de objetivo y son excesivas respecto del elemento que las desencadena.
Trastorno de conducta
La principal característica del trastorno de conducta es un patrón de comportamiento persistente y repetitivo en el que no se respetan los derechos básicos de otros, ni las normas o reglas sociales propias de la edad.
Estos comportamientos se clasifican en cuatro grupos principales:
- Conducta no agresiva que causa o amenaza con daño físico a otras personas o animales.
- Conducta no agresiva que causa daño o destrucción de la propiedad.
- Engaño o robo.
- Transgresión grave de las normas.
Piromanía
De manera deliberada, estas personas inician muchos incendios, pero sin la motivación del beneficio, la venganza, un acto de terrorismo o ganancia alguna. Muestran un interés general en el fuego y sus parafernalias. Estos pacientes sienten tensión o emoción antes de iniciar un incendio, y experimenta una sensación de libración o placer en forma posterior.
Cleptomanía
De manera repetida, los pacientes actúan ante un impulso de robar objetos que en realidad no necesitan. Antes del robo, experimentan una acumulación de tensión que les genera una sensación de libración una vez que éste se lleva a cabo.
Trastornos de la personalidad
El estudio científico de la personalidad humana es una de las áreas de investigación y teorización psicológicas más importantes y con mayor tradición. A pesar de las diversas definiciones, la mayoría de los especialistas coincide en recalcar la complejidad de la personalidad humana, y en incluir en su concepto un amplio y variado conjunto de características (intrapsíquicas, comportamentales, biológicas y socioculturales), que se ponen de manifiesto en una variada gama de situaciones y contextos, con los cuales interaccionan, y que hacen que una persona sea ella misma y no otra, sean cuales sean las circunstancias de la vida en las que se encuentre.
Por eso, uno de los elementos claves de la personalidad es el hecho de que permanece relativamente estable a lo largo de toda la vida. Y este elemento vale tanto para caracterizar a las personalidades sanas o normales, como a las anormales o perturbadas. Este aspecto es importante porque sirve para establecer un punto de partida fundamental: cuando hablamos de trastorno de personalidad, hacemos referencia a todo el modo de ser de la persona, y no a aspectos concretos o parciales. Es decir, que cuando hablamos de trastorno de la personalidad (TP), nos referimos a que el modo de ser habitual de esa persona es enfermizo, patológico o anormal, ya sea porque no es el modo de ser más frecuente de las personas de su entorno, o porque no se ajusta a lo que cabría esperar de la persona teniendo en cuenta su contexto sociocultural, su formación, etc.
Es importante tener en cuenta que aunque un trastorno de personalidad provoca sufrimiento y malestar intensos en la propia persona (o en los que le rodean), no suele haber conciencia de enfermedad, o esta se limita a unos pocos aspectos. Por esta razón, difícilmente las personas con trastornos de personalidad buscan por sí mismas ayuda psicológica.
Trastornos de la personalidad del Grupo A
Los tres trastornos que se incluyen en este grupo coinciden en presentar rasgos tales como la rareza, excentricidad, retraimiento y/o aislamiento sociales, y suspicacia. Estos trastornos de la personalidad, presentan síntomas similares a los de la esquizofrenia pero en un grado significativamente más leve que los pacientes esquizofrénicos. Pero ¡ojo! Las personas con un trastorno de la personalidad del grupo A no son esquizofrénicas, pero sí podemos encontrarlas en una dimensión denominada “espectro de la esquizofrenia”.
El comportamiento de las personas con estos trastornos de personalidad es extraño y expresan de un modo muy poco habitual sus emociones y afectos, o no los expresan, todo lo cual motiva su calificación como personas excéntricas y raras. Las situaciones sociales son especialmente problemáticas para ellos porque les producen una gran ansiedad y tienden a aislarse o utilizar un estilo de comunicación poco ajustado a lo socialmente aceptado. A pesar de esto, no suelen pedir ayuda terapéutica por sí mismo por su problema de personalidad.
Su mayor fuente de problemas reside, casi siempre, en el ámbito de las relaciones sociales, dada su incapacidad a adaptarse a las normas y los cambios que exigen estas relaciones, así como por la ansiedad que les provoca entrar en contacto con alguien, porque no disponen de los recursos necesarios para comportarse de modo adecuado en estas situaciones.
Trastorno paranoide de la personalidad
El trastorno paranoide de la personalidad se caracteriza por una desconfianza generalizada e injustificada hacia los demás. Estas personas son especialmente vulnerables a la presión social y al estrés. Sus estrategias para afrontar una situación estresante son escasas e ineficaces, y por ello pueden experimentar crisis psicóticas breves, con síntomas similares a los de la esquizofrenia, o desarrollar trastornos como depresión mayor, TOC, agorafobia, trastornos secundarios a abuso de alcohol o drogas, y, por supuesto, una esquizofrenia o un trastorno delirante.
En cuanto a los antecedentes que indican que podemos estar ante los inicios del trastorno, cabe señalar la tendencia al aislamiento, la escasez de amigos o compañeros, la dificultad para mantener amistades, ansiedad social, excesiva sensibilidad a las críticas, bajo rendimiento y tendencia a presentar creencias peculiares o excéntricas, o a expresarse de un modo tan extraño que atraen la burla de los demás.
Trastorno esquizoide de la personalidad
Se caracteriza por un fracaso profundo de la capacidad o habilidad para relacionarse con los demás.
En síntesis, el rasgo principal del esquizoide reside en la conducta de alejamiento de los contactos sociales y la capacidad restringida para la expresión de sentimientos en situaciones de interacción con otras personas, de aquí que generalmente se muestren fríos emocionalmente y con una afectividad restringida. Suelen recibir con indiferencia las alabanzas o las críticas que puedan formular los demás. No experimentan placer, o tan solo lo experimentan en unas pocas actividades o experiencias, lo que se refleja en una anhedonia crónica. Pueden experimentar episodios psicóticos breves (minutos u horas) en especial como respuesta a estresores.
Trastorno esquizotípico de la personalidad
Las personas con trastorno esquizotípico de la personalidad experimentan trastornos cognitivos diversos y distorsiones perceptivas; se comportan de una manera excéntrica y son socialmente ineptas y ansiosas. Sus distorsiones no son coherentes con las normas de su grupo socio-cultural de referencia, suceden con cierta frecuencia, y constituyen un componente importante y generalizado de sus experiencias personales cotidianas. Su lenguaje es a menudo extraño y su afectividad es en extremo restringida e inapropiada.
Son personas que están aisladas e inadaptadas socialmente, y tienen pocos amigos. Este aislamiento se debe casi siempre tanto a sus pensamientos y conducta excéntrica, como a su escaso interés por relacionarse, lo que le viene en parte de su desconfianza en los demás.
Trastornos de la personalidad del Grupo B
Estos trastornos se caracterizan por rasgos tales como la tendencia a la exageración, la emotividad excesiva, la inestabilidad y variabilidad, y la escasa capacidad para controlar los impulsos y para empatizar con los demás.
De todas ellas, los elementos comunes más relevantes, y que a la vez sirven como criterio diferenciador de los otros dos grupos son la inestabilidad emocional y, sobre todo, la impulsividad, que se traduce en la tendencia irresistible a violar o contravenir las normas sociales (en esta tendencia se incluyen tanto la conducta delictiva del antisocial, como la grandiosidad narcisista, y la ausencia de control emocional del límite y del histriónico).
Desde un punto de vista práctico, la característica que a primera vista identifica a estas personas es su profundo y consistente egocentrismo y egoísmo, en el que sitúan su propio yo por encima de cualquier otra consideración, ignorando o despreciando los intereses, necesidades e incluso, los derechos de los demás.
Trastorno antisocial de la personalidad
La característica comportamental típica del trastorno antisocial es un patrón de conductas socialmente irresponsables que reflejan desconsideración hacia, despreocupación por, y vulneración de los derechos de los demás.
En definitiva, el patrón de comportamiento se manifiesta en un fracaso para adaptarse a la normativa legal vigente en la sociedad, que se aprecia en los múltiples actos delictivos en los que se implican. Sin embargo, junto a este patrón de conducta, hay que tener en cuenta los componentes básicos de la personalidad del individuo para poder establecer un diagnostico de trastorno mental y diferenciar a estas personas de los delincuentes mentalmente sanos:
- Alto grado de impulsividad.
- Ausencia de empatía.
- Mayor necesidad de estimulación de lo normal.
- Pobre o escaso desarrollo moral.
Estas características, unidas a la historia amplia y consistente de comportamientos antisociales, violentos y reincidentes, son elementos que orientan con claridad hacia un diagnóstico de trastorno antisocial de la personalidad.
Trastorno límite de la personalidad
La inestabilidad y la ambivalencia caracterizan a estos pacientes en prácticamente todos los ámbitos de su vida. El resultado de la intrusión constante de estos dos elementos en la vida cotidiana del individuo es la presencia de actitudes cambiantes, emociones erráticas o carentes de control, comportamiento caprichoso y poco fiable. Son personas impulsivas, impredecibles y a menudo explosivas.
Trastorno narcisista de la personalidad
Freud adoptó el término “narcisismo” para describir una actitud general de ensimismamiento en uno mismo y de autoamor.
Las personas narcisistas se caracterizan por la grandiosidad, la necesidad de ser admiradas y la incapacidad para empatizar con los demás. La persona sobrevalora su valía personal en cuanto a sus capacidades, cualidades, logros, etc., o cualquier otra faceta, lo que con frecuencia le conduce a jactarse de ello y a sentirse herido cuando no se reconoce su valía en los términos que espera.
Carecen de la capacidad para empatizar y les resulta extremadamente difícil darse cuenta de los sentimientos, deseos o necesidades de otras personas. Envidian los éxitos, pertenencias, etc. de los demás, creyendo asimismo que son envidiados. Exhiben actitudes y conductas arrogantes, desdeñosas y altaneras.
En las relaciones personales son bastante distantes, tratan de mantener una apariencia de autosuficiencia y pueden utilizar a los demás para sus propios fines.
Trastorno histriónico de la personalidad
El rasgo principal es una excesiva preocupación por la atención y la apariencia. Estas personas pasan la mayor parte del tiempo reclamando atención y mostrándose atractivos. Sus deseos por parecer atractivos pueden conducirles a mostrarse inapropiadamente seductores o a vestirse de forma provocativa y a presentar un comportamiento de coqueteo, a la par que sus deseos de atención pueden conducirles a conductas llamativas o a exhibir un aspecto dramático de sí mismos.
Todas estas características reflejan la inseguridad subyacente que estas personas tienen respecto a su valía en otro rol que no sea el de “compañero atractivo”. Su repertorio de sentimientos y afectos es lábil y superficial. Tienden a realizar descripciones exageradas y generales de los demás y de las situaciones o experiencias, no atienden a detalles ni a los hechos, y les cuesta mucho realizar análisis críticos razonados de los problemas o situaciones.
Con frecuencia presentan depresión, problemas somáticos de origen desconocido, y tienen una amplia historia de decepciones en sus relaciones sentimentales.
Trastornos de la personalidad del Grupo C
Estos tres trastornos tienen en común su asociación con la presencia de alteraciones emocionales (ansiedad, depresión o ambas) ante las relaciones sociales (evitador), la separación de otros significativos (dependiente) y la pérdida de control (obsesivo-compulsivo). De hecho, su comorbilidad con trastornos de ansiedad suele ser frecuente y, según algunos estudios, estos trastornos de personalidad actúan como marcadores de vulnerabilidad para la aparición de los trastornos de ansiedad. Del mismo modo, la presencia de sintomatología depresiva es una característica frecuente de estas personas.
Trastorno evitativo de la personalidad
Se incluyen aquí a aquellas personas que evitan de un modo activo involucrarse en relaciones sociales. Estas personas se muestran reticentes a inmiscuirse en relaciones con otros, a no ser que esté seguro de ser aceptado.
Le resulta difícil abrirse a los demás por temor a sentirse avergonzado o ridiculizado. Es extremadamente sensible a la desaprobación en contextos interpersonales y puede sentirse herido por cualquier leve crítica. Debido a sus sentimientos de inferioridad y a su temor al rechazo, se muestran tímidos, retraídos e inhibidos en situaciones sociales novedosas, sobre todo con personas desconocidas.
Trastorno dependiente de la personalidad
Este trastorno de personalidad reúne como aspectos definitorios la necesidad generalizada y desmesurada de ser cuidado por otros, lo que da lugar a una conducta de sumisión, apego y miedo a poder perder el apoyo y protección de los demás. A la persona le resulta extremadamente complejo tomar decisiones cotidianas sin el consejo de otras personas. Y permite que los demás adopten las decisiones y asuman responsabilidades en áreas importantes de su vida.
Su deseo de apoyo de los demás puede llegar al extremo de realizar tareas desagradables, incluso soportar malos tratos, si esto le permite conservar las atenciones que cree precisar. Experimenta sentimientos de incomodidad y desamparo cuando se encuentra solo, debido al temor de ser incapaz de cuidar de sí mismo. Su dependencia también se traduce en que cuando finaliza una relación importante, busca sin demora otra persona que pueda ocupar el lugar de la anterior y que le ofrezca el apoyo que necesita.
Trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad
Las personas con personalidad obsesivo-compulsiva son excesivamente ordenados, pulcros, puntuales, organizados y meticulosos. Estos rasgos, que en principio pueden ser considerados virtudes, dejan de serlo en estas personas porque en realidad su excesiva preocupación por el orden, el perfeccionismo o el control mental e interpersonal impiden la puesta en marcha de otros rasgos tales como la flexibilidad y la apertura a nuevas experiencias, y oscurecen o imposibilitan la eficacia.
La tendencia al perfeccionismo les lleva a ser muy cuidadosos, a verificar reiteradamente que su trabajo esté adecuadamente realizado, y a descartar errores, lo que da lugar a que les resulte difícil concluir las tareas a su debido tiempo.
Se vuelcan totalmente en su trabajo y en el rendimiento, lo que provoca que dejen a un lado sus actividades de ocio y sus amistades ya que se sienten incómodos por tener la sensación de estar perdiendo el tiempo, o aplican sus estándares de perfección también a este tipo de actividades, lo que impide disfrutar en realidad de lo que significa el ocio.
Y hasta aquí el repaso a las clasificaciones y tipos de trastornos mentales. Esperamos haber podido aportar información útil sobre este asunto.
One thought on “Tipos de trastornos mentales. Clasificaciones”
GabrielaPublicada el 6:47 pm - Nov 11, 2021
Gracias por el artículo. Es una información excepcional.
Tengo una pregunta. ¿Cómo podríamos saber si un niño o niña tiene problemas, enfermedades o trastornos psicológicos?
Dra. Blanca Fernández TobarPublicada el 7:14 pm - Nov 17, 2021
Buenos días Gabriela, generalmente lo que se suele observar es que el niño está teniendo un comportamiento que no es el esperable para su edad. Sin embargo, esto no siempre se puede ver, porque el problema que presenta no es conductual. Yo te recomendaría, en caso de tener alguna duda, consultar a un profesional, ya sea su pediatra o psicólogo para que pudiera hacer una primera valoración con lo que le contáis los papás y en caso de necesitarlo empezar terapia con el peque.